jueves, 30 de mayo de 2019

El bosque sabe tu nombre, Alaitz Leceaga


Alaitz Leceaga, hace su aparición en el mundo de las letras con una historia que se mueve entre el realismo mágico y los mitos vascos. Primera novela que sin grandes pretensiones resulta entretenida y fácil de leer. Es la novela que nos recuerda a otras autoras que manejan este género con destreza, aunque la sinopsis te lleva a cierta confusión porque no corresponde con su contenido.
“A finales de los años veinte del siglo pasado, Estrella y su hermana gemela, Alma, llevan una vida privilegiada como hijas de los marqueses de Zuloaga, propietarios de una casa solariega y una mina de hierro en un pequeño pueblo suspendido sobre el Cantábrico. Crecen rodeadas de fiestas y lujos, pero también marcadas por un poderoso misterio. Porque Estrella y Alma no son como las otras niñas: herederas de un extraño don que pasa de generación en generación entre las mujeres de su familia, viven a la sombra de una maldición según la cual una de las dos morirá antes de cumplir los quince años”.
Si tuviera que animar a su lectura, diría que es una novela de amores, celos, hijos ilegítimos, relaciones filiales complejas, padre tirano, maldiciones centenarias y venganzas dentro de una saga familiar donde las mujeres absorben el protagonismo absoluto de la misma. No es la típica historia de luchas y enfrentamientos entre hermanas que se odian, es un relato de secretos ocultos dentro de un linaje de mujeres que heredan dones extraordinarios.
Estructurada en cuatro bloques que hacen referencia al fuego, el viento, el agua y la tierra, cada parte muestra una narración sencilla, con lenguaje muy asequible, prosa aceptable y personajes que van creciendo en importancia a medida que avanza la historia.
Un espacio de tiempo que abarca las primeras décadas del Siglo XX sirve junto con escenarios tan dispares como California, Inglaterra y Madrid para cohesionar fantasía, intriga y devenir histórico de una manera bastante acertada. La represión política, las diferencias entre ricos y pobres, terratenientes y mineros, además de la sumisión de la mujer, la violencia de años de gran belicismo y las ambiciones de poder, completan un repertorio de temas que casan como un rompecabezas en un relato algo lento, de diálogos enrevesados y carente de acción para lo potente de sus recursos.
En líneas generales los mundos de marquesados y bosques resultan atractivos en historias con mezclas de misterios, drama, terror, tensiones sociales y seres que se aparecen cuando menos te lo esperas. Sinceramente me esperaba otro tipo de lectura pero ha sido agradable y entretenida y eso que su final es del todo inesperado.
Imposible no acordarse de  Isabel Allende, Cristina López Barrio, Laura Esquivel, Ana Cabrera Vivanco o Ángela Becerra; todas escritoras que consiguen obras de corte realista utilizando como opción la fantasía y el mundo de los sueños para hacernos disfrutar de historias que nunca se olvidan.
“Recordar es fácil para quien tiene memoria, olvidar es difícil para quien no tiene corazón”.

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