Un día vas a la biblioteca y una
amiga te dice; ¿no has leído este libro?, es el libro que mimarás toda tu vida,
es una historia tan sencilla y sensible que te provoca mimarlo antes y después de
leerlo. Aquellas palabras me llegaron muy hondo y sin pensarlo se vino a casa
conmigo. Con posterioridad lo he recomendado y por supuesto comprado, imposible
no tenerlo cerca para cualquier oportunidad de volver a leerlo.
No voy a poner la sinopsis, voy a
contar que es la historia de tres mujeres corrientes, anónimas de culturas muy
distintas y vidas en las antípodas que acabaran entrelazándose gracias a una “Trenza”.
Laetitia Colombani es una
escritora francesa que ha inaugurado su vida literaria con esta preciosidad de
relato de escasas doscientas páginas; esa es una de las razones por las que no
quiero hacer extensa la reseña, si fuera contando los detalles que la hacen tan
maravillosa prácticamente la contaría y eso sería como reventar la novela.
El destino juega un papel
principal, ninguno somos dueños ni siquiera del nuestro. La India, Italia y
Canadá sirven de escenarios a cada una de estas tres historias cuyas
protagonistas exclusivas son mujeres de vidas muy diferentes.
Narrada en tercera persona, con
una agilidad extraordinaria, lenguaje sencillo, diálogos ligeros, trama simple,
asequible y envolvente, sin dramatismos pero con altas dosis de emociones y
sentimientos. Se nos presenta dividida en capítulos alternativos que lleva las
tres historias de manera casi paralelas, cada una de esas vidas podrían dar
para una novela individual, he tenido la sensación de que se me ha hecho corta,
tanto que el final ha parecido demasiado precipitado.
Asombrosa la manera de hilvanar la
trama y sorprender con giros argumentales inesperados y suaves. Cada relato es
un reflejo de la lucha por cambiar y superar el conformismo que condena a los
seres poco agraciados por la diosa fortuna. Todos aportan datos culturales,
etnográficos, sociales de sus respectivas culturas y a cual más interesante.
Me ha recordado a la película de
Babel y podría ser un buen guion de cine, nunca se sabe.
Hace unos meses una amiga me llamó
para pedirme consejo a la hora de elegir un libro para alguien especial, mujer,
apasionada de la lectura y con una situación muy peculiar; no lo pensé dos
veces, semanas después me dijo que le había gustado tanto que ella misma lo
había comprado, y así sin pensarlo hemos hecho entre las tres nuestra
particular “Trenza”. Solo una tarde y me daréis la razón.
“Me gustan esas horas solitarias
en que mis diez dedos danzan. Qué extraño ballet el de mis manos mientras
escriben la historia de una trenza y sus lazos”.
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