Reseñar
una novela de Juan José Millás, es algo más que un atrevimiento, de manera que
desde mi opinión de lectora enamorada de escritores como este, voy a contar las
impresiones acerca de “Que nadie duerma”
y a recomendar su lectura, para todos aquellos que como yo admiran en un
escritor, la maravillosa habilidad de articular fantasía y realidad en tan solo
doscientas páginas, las mismas que acaban tejiendo una tela de araña con un
final altamente imprevisible.
“El día en que Lucía
pierde su empleo como programadora informática es también el día en que su vida
va a dar un giro definitivo, tal vez por una sucesión de casualidades o tal vez
porque ese era el destino que le estaba esperando desde su décimo cumpleaños.
Como si de un algoritmo se tratara, Lucía establece los siguientes principios
sobre los que basará su existencia futura: va a dedicarse a ser taxista;
recorrerá las calles de Madrid -o tal vez Pekín- al volante de su taxi mientras
espera pacientemente la ocasión de llevar en él a su vecino desaparecido, del
que se ha enamorado, y todos los acontecimientos importantes para ella tendrán
como banda sonora, a partir de ese momento, la ópera de Puccini Turandot, de
la que se siente protagonista”.
La absoluta protagonista es Lucía y su viaje existencial
y vital, no quiere decir que sea una novela de mujeres y para mujeres; la
temática que encierra esta historia gira alrededor de una urgencia y necesidad
de abordar la vida, siempre con la ayuda de recursos como la imaginación, de
ahí que la invasión de lo irreal inunde la realidad más inmediata hasta
llegarse a confundir. Un gran homenaje a la visión positiva de nuestra
existencia.
La trama de la novela nos presenta al Millás más puro,
sencilla en apariencia, pero cuyos derroteros y la de sus personajes, acabaran
creando un relato diferente y original. Estilo ágil, elementos habituales en
sus obras, la música, los tatuajes, la ciudad, los juegos literarios, las aves
y las imágenes oníricas…, el universo al que nos tiene acostumbrados.
Lucía representa la idea de mujer que conduce un taxi
como medida de salvación, desde el punto de vista del personaje cuenta con una
construcción exquisita, tanto a nivel interior como exterior y que la hace ser
el centro de toda la obra. Sus recursos emocionales para sobrevivir pasan por
la obligación de enfrentarse a una ruptura con la realidad y materialización de
sus sueños. La evolución a la que asistimos tanto a nivel personal como
profesional es brutal. Una mujer que se nos presenta enamorada de un vecino que
escucha ópera y del que es capaz de enamorarse, iniciando una búsqueda
frenética y descabellada, para dar con su amor platónico. Tal y como Lucía se
enfrenta a esta aventura, la convierte en un mujer víctima de una obsesión
romántica, situación amenizada por los viajes en taxis y las vivencias
rocambolescas que suceden en su interior, algo que sin duda daría para otra
novela.
Todo pivota alrededor de Lucía, los pocos personajes que
van haciendo acto de presencia lo hacen en función de su día a día, el ritmo
del argumento lo marcan las conversaciones que tienen lugar en el taxi, todo
sin apartarse de una mezcla exquisita entre el disparate y la lógica, la risa y
el llanto, lo real y lo fantástico; es un espacio que otorga a esta mujer con
problemas de socialización, un remanso de comodidad que sirve para evadirse de
la realidad más cruel y el único nicho de confort para llegar a reinventarse.
La mujer es la gran elegida por Juan José Millás como
protagonista para sumergirse en su psicología, en esta ocasión elige el
argumento de la ópera de Turandot de Puccini, convirtiéndolo a su vez en el
escenario en el que cobran vida sus personajes, fundiéndolo todo con su
inigualable ingenio.
Nada de esto hubiera sido posible si en la escritura de
este ensayista, articulista y periodista valenciano, no apareciera el humor, la
ironía, la intriga, el sexo violento, la sangre, la crueldad y como novedad los
algoritmos informáticos que le dan un punto surrealista a nuestra Lucía, la
misma que nos ha descolocada en la mayor parte de la narración.
Quiero ir terminando la reseña aludiendo a la portada, el
título es el nombre de la ópera de Puccini, “Nessun dorma”, personalmente la
encuentro soberbia. La imagen de la mujer pájaro es perfecta; cuando leí las
primeras páginas supe que habría que poner toda la imaginación a trabajar, y
recordé otra pequeña novela de Mathias Malzini, “Metamorfosis en el cielo”, en
la que los pájaros ya adquirían el protagonismo otorgado por Millás, de manera
que me resultó familiar y nada chocante, tal vez por eso me ha gustado tanto.
Me gustaría acabar sin hacer alusión al final de la
novela, pero es imposible no detenerse en la bofetada inesperada que recibí
como lectora, que el giro argumental que le antecede me pilló desprevenida,
pero que no solo lo agradecí sino que lo encontré acertado y conmovedor; es el
justo y apropiado cierre para una historia de amor y de venganza.
Sobra decir que lo recomiendo especialmente a los
seguidores de este valenciano que no deja de sorprendernos y que espero lo siga
haciendo…”por los siglos de los siglos…”.
“Es preciso sentir el caos dentro de uno mismo para dar
vida a un universo de sueños sonoros y danzantes.”
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