Hablar
de Almudena Grandes, es un ejercicio de osadía por mi parte que francamente no
puedo evitar. Cuando una disfruta de todo lo que hasta ahora ha escrito esta
mujer, esperar sus novelas se convierte en un anhelo hasta morboso, y es que al
menos yo estoy segura que aunque pueda parecer imposible, ella se supera día a
día y eso es lo que la hace una de las “Grandes” escritora de la narrativa
contemporánea.
El 12
de septiembre salió la cuarta entrega de “Episodios de una Guerra Interminable”,
ya estaba impaciente y echando las cuentas de lo que tardaba en salir este
ejemplar, las prisas hizo que me olvidara de “Los besos en el pan” que
vio la luz hace ahora dos años, de manera que no se le puede pedir más a esta
madrileña que siendo “pura Almudena”, nos regala
ochocientas páginas que me atraparon desde el inicio hasta el final,
aplaudiendo nuevamente ese estilo limpio y sencillo que la caracteriza.
“Tras la victoria de Franco, el doctor Guillermo García Medina sigue
viviendo en Madrid bajo una identidad falsa. La documentación que lo libró del
paredón fue un regalo de su mejor amigo, Manuel Arroyo Benítez, un diplomático
republicano al que salvó la vida en 1937. Cree que nunca volverá a verlo, pero
en septiembre de 1946, Manuel vuelve del exilio con una misión secreta y
peligrosa. Pretende infiltrarse en una organización clandestina, la red de
evasión de criminales de guerra y prófugos del Tercer Reich que dirige desde el
barrio de Argüelles una mujer alemana y española, nazi y falangista, llamada
Clara Stauffer. Mientras el doctor García se deja reclutar por él, el nombre de
otro español se cruza en el destino de los dos amigos. Adrián Gallardo Ortega,
que tuvo su momento de gloria como boxeador profesional antes de alistarse en
la División Azul, para seguir luchando como voluntario de las SS y participar
en la última defensa de Berlín, malvive en Alemania, ignorando que alguien
pretende suplantar su identidad para huir a la Argentina de Perón”.
Cuando comento mi
pasión por esta escritora, no son pocas las veces que oigo, “es
que son muy largas sus novelas”; algo evidente que no
puedo discutir, por eso yo intento contraatacar resumiendo las líneas
argumentales de estos volúmenes que pueden asustar a quienes de verdad no
conocen su estilo y la claridad de sus tramas. En “Los pacientes del doctor García”,
Almudena sin apartarse de esa escritura amena y llena de detalles, desarrolla
una trama compleja, pero no es menos cierto que refleja un enorme esfuerzo por
hilvanar los elementos principales que la conforman; el pasado, el presente, la
Historia, los acontecimientos, las vivencias de los protagonistas, los países y
escenarios…, un rompecabezas que bajo una prosa de lujo va uniendo pieza a
pieza bajo un ritmo pausado y bien gestionado que nunca invita al abandono y
que una vez metida en la historia, el número de páginas se convierte en la
menor de nuestras preocupaciones.
¿Cómo lo contaría yo?. El
interés por los temas relacionados con la Guerra Civil Española, es un secreto
a voces en la producción literaria de Almudena, pero en esta ocasión lo hace
algo más internacional y aborda el papel del Franquismo y la presencia de los nazis
en la España de Posguerra. A simple vista podría ser un relato oscuro y lleno
de datos, pero la trama gira alrededor de la red clandestina que existió con el
beneplácito del dictador y las autoridades competentes, para dar asilo, ayuda,
cobertura y medios de huida a los criminales de guerra de la Alemania Nazi.
Pero además, es el retrato de la resistencia a la propia dictadura y una
denuncia a la situación de desamparo internacional al que se sometió a nuestro
país una vez finalizada la guerra.
Lo más agradable del libro
es que ha conectado este argumento con sus novelas anteriores, en el enorme
listado de personajes, reconocemos con admiración, protagonistas de sus
episodios precedentes; “Inés de la alegría”, “El lector de Julio
Vernes” y “Las tres bodas de Manolita”, colándose inteligentemente en
la crónica de los años más oscuras de nuestra Historia más reciente.
Me ha parecido una
historia de espionaje, suplantación de personalidades, amistad incondicional
entre hombres honestos de palabra y compromiso, mezcla de realidad y ficción,
viaje en el tiempo y en el espacio, escenarios trascendentales dentro de la
narración, episodios de odios y amores, venganzas que no caducan, crímenes
históricos…, igual de largo y de bueno que la mayoría de sus libros, lo mismo
de intensos e inolvidables que cualquiera de ellos.
Mención especial
merecen los tres personajes principales, así como las decenas de secundarios de
los que aparece un listado al final del libro, pero que en honor a la verdad no
ha sido necesario consultarlo. Muchos de ellos dan para una novela individual,
de ahí la sensación de estar leyendo varios relatos aislados interrelacionados
en un mismo bloque. La novela está dividida en cinco capítulos y un prólogo y
para quien pueda pensar que es una “batallita más de la guerra”, en realidad,
Almudena utiliza el conflicto como un escenario al que le dedica menos de un
cuarto de la novela, sacándole partido para dar a conocer hechos tan relevantes
como el origen de los “Bancos de sangre” en España, algo
desconocido al menos para mí.
Es cierto que al
principio me costó hacerme al juego de espías y descifrar que algunos de los
personajes tenían hasta tres y cuatro nombres diferentes, y solo la forma hábil
en la que iban apareciendo en escenas alivió mi agobio y descargó la sensación
de atosigamiento que hubiera dañado la fluidez del relato. Muchos de estos
individuos están con nombres propios, dentro de sus momentos históricos, en sus
paisajes políticos y sociales, en una realidad que nuevamente supera la
ficción.
Estaría hablando sin
límites de Almudena Grandes y lo mucho que disfruto con sus novelas, pero
reconociendo que es difícil ser objetiva por mi pasión por ella; recomiendo “Los
pacientes del Doctor García” especialmente a los que han iniciado la
serie de los “Episodios de una Guerra Interminable”, y por supuesto a los
que tengan curiosidad por descubrir la cantidad de acontecimientos que
sucedieron en un periodo de más de treinta años y que tuvieron lugar en
escenarios tanto españoles como europeos y trasatlánticos.
Nunca he dicho que se
pueden leer independientemente, pero lo suyo es seguir su orden cronológico,
porque Almudena una vez que crea un personaje lo hace suyo, lo adopta, lo
recupera y lo hace aparecer en escena sin pereza ninguna, son eternos y sus
historias también, así siempre sabremos quién es Inés, Manolita o Guillermo. Os
gustará.
“En los trances
duros los señoritos invocan la patria y la venden, el pueblo no la nombra
siquiera, pero la compra con su sangre y la salva”.
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