No
suelo detenerme en lecturas en las que el tema principal gire alrededor de las
enfermedades, por lo general me decanto más por otros géneros que últimamente
se han hecho casi imprescindibles; aun así, las excepciones siempre acaban
siendo positivas y siguiendo mi instinto creo no haberme equivocado.
Las
Defensas, es la primera novela de Gabi Martínez y como es costumbre he mirado
su trayectoria literaria, gracias a lo cual he conocido el origen de esta
novela basada en hechos reales y que nace a raíz de la proposición de un médico
que ofrece al autor la posibilidad de contar su historia, historia que nuestro
novelista hace inmediatamente suya.
Ante un ataque de locura violenta, un competente
neurólogo es ingresado en un psiquiátrico. Sólo él sabe que su diagnóstico es
erróneo. Pero aún no es capaz de imaginar que la misma enfermedad autoinmune a
la que ha dedicado obsesivamente su vida lo acecha. Su increíble lucha contra
la enfermedad y el estrés corre pareja a la de la historia de este país desde
la Transición y a la de uno de los pilares de la democracia española, un
sistema sanitario herido hoy por la jerarquía y por una corrupción que castiga
o expulsa a quien disiente.
Camilo es el auténtico protagonista de este retrato
intimista de un profesional de la medicina que refleja una historia de
superación y la capacidad de lucha ante los obstáculos y adversidades más
cotidianas de nuestra existencia. En pocas palabras, enfermó de lo mismo que
estaba estudiando y a lo que dedicaba la mayor parte de su tiempo y su vida.
Narrada en primera persona, Gabi nos construye una
realidad novelada con elementos familiares como el hostigamiento laboral, la
destrucción de la autoestima, el fracaso amoroso, la fragilidad familiar, el
peso de la burocracia, las injusticias administrativas y los errores de un
sistema sanitario deshumanizado. No es una historia de médicos y enfermos, ni
una crítica a la sanidad, es el testimonio de un neurólogo que enloqueció y
sufrió la incredulidad de sus colegas de profesión a través del acoso laboral y
las tensiones que le desencadenaron su ingreso en un centro de salud mental.
Al principio me resultó algo complicada su lectura,
a medida que avanzaba descubrí que la narración se planteaba en tres tiempos,
antes de la locura, durante la misma y una vez superada; cada espacio temporal
iba acompañado de relatos y vivencias de Camilo y de todo lo que le rodeaba y
poco a poco vamos conociendo los desencadenantes de la enfermedad y el desafío
continuo ante las presiones sociales, familiares y laborales; siendo el estrés
el causante de la ansiedad y frustraciones que confunden brotes de
esquizofrenia y bipolaridad con lo que al parecer es una enfermedad autoinmune.
Personalmente he reconocido el retrato de una
España de la Transición con todos los rasgos que la definen, no me ha quedado
duda de lo estigmatizadas que están las enfermedades mentales y la urgencia por
dotarlas de naturalidad para ser tratadas como algo cotidiano y frecuente de la
realidad en la que vivimos. Además está claro la rapidez con la que se puede
perder la cordura y lo violenta y silenciosa que puede llegar a ser la presión
social y el entorno laboral, tanto que la vida pasa a ser una amargura. Que los
contratiempos nos acechan y nos obligan a una defensa permanente que nos pone a
la defensiva del entorno más próximo. Esto es tanto como decir que es muy fácil
volverse loco y más cuando la cobarde comodidad y el mirar hacia otro lado es
el modus operandi de la sociedad.
Algunas pegas se le pueden sacar a esta historia en
la que el médico se convierte en paciente; demasiado explicado todo, el autor
deja poco margen a reflexiones no guiadas por él mismo, algo larga y
repetitiva, en ciertos tramos avanza con lentitud y los saltos en el tiempo
dificultan el seguimiento de lo narrado. Muchos detalles y bajones que hacen
peligrar el terminarla, aunque no es menos cierto que las remontadas valen la
pena.
Cuando la lectura es el refugio que muchos
utilizamos para vivir en otras realidades, es evidente que de cada realidad
ajena extraemos mensajes que no podemos ignorar; de Las Defensas he aprendido
que en muchos momentos el cuerpo sufre las envestidas de la mente, que ante
estos ataques no estamos preparados, que la incomprensión del entorno se
convierte en un arma peligrosa, que poner etiquetas resulta cómodo y útil, y
que nos queda mucho camino por recorrer hasta encontrar la fórmula mágica donde
la aceptación de estas enfermedades no sea cosas de locos.
Es una novela diferente, real, urbana, y con la
presencia de nueve mujeres que encarnan un repertorio de familiares de Camilo
que a su vez representan los comportamientos personales que se pueden adoptar
ante pacientes como él. Reconozco que me ha costado terminarla pero lo he hecho
porque saber que la batalla de este médico derivó en el descubrimiento de una
patología hasta ahora desconocida, supone un pequeño agradecimiento personal
por mi parte, a la medicina y a la literatura por la generosidad de compartir su
experiencia con autor y lectores.
"La fragilidad y la vulnerabilidad de ciertos
momentos de nuestra existencia, se convierten sin quererlo en nuestra mayor
fortaleza".
"El cuerpo siempre grita lo que la mente calla".
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