domingo, 9 de abril de 2017

Todo lo que cabe en los bolsillos, Eva Weaver

Imposible no detenerse en esta portada y en este título. Solo con observar la foto los símbolos nos atrapan y a modo de descarga eléctrica nos avisa de la posible temática del libro. Las probabilidades de rechazarlo son muy altas, antisemitismo y Segunda Guerra Mundial se anuncian a gritos y no por sus letras en rojo; estamos muy saturados de las visiones catastrofistas y dramáticas de uno de los acontecimientos más vergonzosos de nuestra humanidad; pero la curiosidad de todo lector es ir más allá de lo evidente y correr riesgos que puedan llevarte a la sorpresa que uno nunca espera.
“Mika hereda de su abuelo sus marionetas y un gran abrigo lleno de bolsillos. Actúa ante otros niños, haciéndoles olvidar por un momento la miseria del gueto. Pronto se ve obligado también a actuar para los soldados, lo que le permite salir de allí. Tras la liberación, las marionetas quedan en poder un soldado nazi confinado en Siberia. Los soldados alemanes no llegaron a descubrir jamás el mundo secreto que Mika, el titiritero judío, escondía en el interior de ese abrigo demasiado grande. Reclutado a la fuerza para alegrar el tedio de los soldados alemanes, su abrigo se convertirá en salvoconducto clandestino y aun, muchos años después, en insospechado instrumento de reconciliación. Años después, y tras pasar por varias manos, las marionetas volverán a Mika en su lecho de muerte”.
Con esta sinopsis Eva Weaner nos regala una aventura a través del tiempo con una conducción impecable. Situada en el año 2009, momento en el que Mika siendo ya anciano cuenta a su nieto una historia, la suya, y lo hace de manera retrospectiva; así aparecemos de la mano de esta escritora inglesa en la Varsovia de la ocupación nazi. Pensamos sin remedio en un relato de supervivencia y superación, de lucha por la vida, los guetos polacos, el poder, la miseria, los campos de concentración…, todo presente que nadie piense que faltan estos elementos que definen un momento histórico como el que ya conocemos, pero el libro siendo triste cuenta con dosis de lágrimas y risas, momentos crueles y amenos, descripciones bonitas y otras impactantes pero exquisitamente tratadas hasta hacer posible dulcificar una historia como la de Mika y Max.
Aunque más de trescientas páginas pueden resultar excesivas, la estructura de la novela las distribuye en tres partes; la primera es la más larga, prácticamente nuestro titiritero absorbe el protagonismo casi por completo, la segunda cede el lugar a Max, el soldado nazi capturado en Siberia portador de las queridas marionetas y sus vivencias en los duros gulags rusos, y la tercera y última es la parte más breve que ayuda a cerrar una obra perfecta sin fisuras ni grietas.
Dividida en treinta y dos capítulos escritos con un estilo directo y prosa perfecta a la que ayuda un lenguaje cuidado y elegante. Narrado en primera persona con un equilibrio entre diálogos y reflexiones por parte de los personajes muy acertados.
El inicio del libro te atrapa gracias a un bellísimo y curioso prólogo acerca del abrigo, tanto que le otorga vida propia a esta prenda, la dota de sentimientos y nos trasmite los cambios que vivirá a lo largo de su vida. El abrigo aparece como la tabla de salvación, el mecanismo de defensa que Mika recibe en herencia para superar esa carrera contra la adversidad a la que ha quedado condenado.
No se puede objetar nada malo de los personajes, una labor arquitectónica de emociones y vivencias paralelas en un escenario común pero en extremos opuestos, gracias a ellos conocemos un mismo acontecimiento desde perspectivas bien distintas. Pero lo que más me ha maravillado es el protagonismo de las marionetas, como Eva Weaver las ha dotado de identidad propia y el valor histórico como legado mudo de aquella vida de Mika y Max.
Con “Todo lo que cabe en los bolsillos” he disfrutado por el enfoque acertado y original que se sale de lo habitual, un planteamiento sencillo con dos hilos narrativos en dos épocas diferentes, de fácil lectura, con descripciones realistas y grandes reflexiones acerca de la vida.
Podía terminar con datos y estadísticas de la barbarie nazi a los judíos, o diciendo a qué otras obras me recuerdan este precioso libro, pero prefiero compartir con vosotros que de manera accidental lo leí poco antes de viajar a Polonia y es difícil describiros lo que sentí cuando visité el gueto de Varsovia e identifiqué lugares que la autora recrea en la novela, tal vez mi experiencia unida a su lectura es lo que me lleva a recomendarla y por su puesto también un viaje a uno de los países más bonitos de Europa.

“Los recuerdos viven en lo más profundo de nosotros, los llevamos grabados como jeroglíficos en el alma permaneciendo eternamente con nosotros”.

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