Imposible no detenerse en esta
portada y en este título. Solo con observar la foto los símbolos nos atrapan y
a modo de descarga eléctrica nos avisa de la posible temática del libro. Las
probabilidades de rechazarlo son muy altas, antisemitismo y Segunda Guerra
Mundial se anuncian a gritos y no por sus letras en rojo; estamos muy saturados
de las visiones catastrofistas y dramáticas de uno de los acontecimientos más
vergonzosos de nuestra humanidad; pero la curiosidad de todo lector es ir más
allá de lo evidente y correr riesgos que puedan llevarte a la sorpresa que uno
nunca espera.
“Mika
hereda de su abuelo sus marionetas y un gran abrigo lleno de bolsillos. Actúa
ante otros niños, haciéndoles olvidar por un momento la miseria del gueto.
Pronto se ve obligado también a actuar para los soldados, lo que le permite
salir de allí. Tras la liberación, las marionetas quedan en poder un soldado
nazi confinado en Siberia. Los soldados alemanes no llegaron a descubrir jamás
el mundo secreto que Mika, el titiritero judío, escondía en el interior de ese
abrigo demasiado grande. Reclutado a la fuerza para alegrar el tedio de los
soldados alemanes, su abrigo se convertirá en salvoconducto clandestino y aun,
muchos años después, en insospechado instrumento de reconciliación. Años
después, y tras pasar por varias manos, las marionetas volverán a Mika en su
lecho de muerte”.
Con esta sinopsis Eva Weaner nos
regala una aventura a través del tiempo con una conducción impecable. Situada
en el año 2009, momento en el que Mika siendo ya anciano cuenta a su nieto una
historia, la suya, y lo hace de manera retrospectiva; así aparecemos de la mano
de esta escritora inglesa en la Varsovia de la ocupación nazi. Pensamos sin
remedio en un relato de supervivencia y superación, de lucha por la vida, los
guetos polacos, el poder, la miseria, los campos de concentración…, todo
presente que nadie piense que faltan estos elementos que definen un momento
histórico como el que ya conocemos, pero el libro siendo triste cuenta con
dosis de lágrimas y risas, momentos crueles y amenos, descripciones bonitas y
otras impactantes pero exquisitamente tratadas hasta hacer posible dulcificar
una historia como la de Mika y Max.
Aunque más de trescientas páginas
pueden resultar excesivas, la estructura de la novela las distribuye en tres
partes; la primera es la más larga, prácticamente nuestro titiritero absorbe el
protagonismo casi por completo, la segunda cede el lugar a Max, el soldado nazi
capturado en Siberia portador de las queridas marionetas y sus vivencias en los
duros gulags rusos, y la tercera y última es la parte más breve que ayuda a
cerrar una obra perfecta sin fisuras ni grietas.
Dividida en treinta y dos
capítulos escritos con un estilo directo y prosa perfecta a la que ayuda un
lenguaje cuidado y elegante. Narrado en primera persona con un equilibrio entre
diálogos y reflexiones por parte de los personajes muy acertados.
El inicio del libro te atrapa
gracias a un bellísimo y curioso prólogo acerca del abrigo, tanto que le otorga
vida propia a esta prenda, la dota de sentimientos y nos trasmite los cambios
que vivirá a lo largo de su vida. El abrigo aparece como la tabla de salvación,
el mecanismo de defensa que Mika recibe en herencia para superar esa carrera
contra la adversidad a la que ha quedado condenado.
No se puede objetar nada malo de
los personajes, una labor arquitectónica de emociones y vivencias paralelas en
un escenario común pero en extremos opuestos, gracias a ellos conocemos un
mismo acontecimiento desde perspectivas bien distintas. Pero lo que más me ha
maravillado es el protagonismo de las marionetas, como Eva Weaver las ha dotado
de identidad propia y el valor histórico como legado mudo de aquella vida de
Mika y Max.
Con “Todo lo que cabe en los
bolsillos” he disfrutado por el enfoque acertado y original que se sale
de lo habitual, un planteamiento sencillo con dos hilos narrativos en dos
épocas diferentes, de fácil lectura, con descripciones realistas y grandes
reflexiones acerca de la vida.
Podía terminar con datos y estadísticas
de la barbarie nazi a los judíos, o diciendo a qué otras obras me recuerdan
este precioso libro, pero prefiero compartir con vosotros que de manera
accidental lo leí poco antes de viajar a Polonia y es difícil describiros lo
que sentí cuando visité el gueto de Varsovia e identifiqué lugares que la
autora recrea en la novela, tal vez mi experiencia unida a su lectura es lo que
me lleva a recomendarla y por su puesto también un viaje a uno de los países
más bonitos de Europa.
“Los recuerdos viven en lo más
profundo de nosotros, los llevamos grabados como jeroglíficos en el alma
permaneciendo eternamente con nosotros”.
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