Que todos tenemos secretos es una afirmación que no deja lugar a dudas. Nuestra vida los acumula sin ningún plan preconcebido, los alimenta y se hacen viejos con nosotros; luego el día menos pensado dejan de serlos y sin aviso se escapan de sus baúles, unas veces somos nosotros mismos quienes destapamos el arcón y otras nos los abren sin permiso... lo cierto es que hay que volver a llenar lo que se quedó vacío, fabricarlos, buscarlos y colocarlos en un lugar seguro para recrearnos en el misterio de su intimidad.
María
Teresa Álvarez nos habla en su novela del secreto de Maribárbola,
la enana del cuadro de “Las Meninas” de Velázquez,
que mira desafiante al espectador con gesto serio y sin pudor;
personaje que vivió en el Álcazar formando parte de la corte de
Felipe IV y reconocida en esta pintura tras el estudio de una de las
obras más significativas de la producción de este grandioso pintor.
Arte
e historia se mezclan en esta novela de poder, intrigas palaciegas,
amores prohibidos, relaciones sociales y misterio que giran
alrededor del secreto inconfesable de una familia noble de la época
y cuyo conocimiento depararía consecuencias dolorosas y funestas.
Trescientas
treinta y seis páginas que se leen fácilmente por la sencillez de
su argumento y que aporta al lector unos conocimientos acerca de la
época de una España que marcó un estilo social dentro del siglo
XVII, reflejo del declive de todo un imperio y la decadencia de una
monarquía venida a menos.
La
trama está inspirada en el propio cuadro con personajes de ficción
pero con una documentación rigurosa, el marco histórico está muy
bien representado a través de esa sociedad de arraigadas costumbres
y falsa moral de un siglo altamente decadente. Los enanos eran
personajes de los que habitualmente se rodeaban los reyes españoles,
la corte llegó a contar con más de cuarenta conviviendo al mismo
tiempo y relegados a funciones muy concretas dentro de la misma.
Maribárbola
fue uno de ellos. Considerada una mujer de gran inteligencia, la
novela le atribuye su enanismo solo en apariencia ya que su capacidad
de acción nada tenía que ver con su menguada talla. Estuvo muy
cercana a la infanta María Teresa con quien se encariñó y a la que
se le vinculó mientras permaneció en palacio. Formó parte del
extraordinario lienzo porque frecuentaba el taller del pintor y su
personalidad se deja sentir por su actitud al posar que no dejó
indiferente a los que contemplaron la obra.
Cuentan
que estaba dispuesta a pactar con el diablo si de ello dependía el
abandonar su cuerpo deforme que tan infeliz le hacia. Conocedora de
un secreto que podría hundir a una familia de nobles españoles, la
trama se pasea por el Madrid de la época y por la capital italiana, y
en la posibilidad de destapar el misterio a través de cartas y
confesiones que obran en su poder. Siempre que ella lo decida, el
enigma estará seguro en sus manos evidenciando el poder que en
algunas ocasiones tenían estos personajes cortesanos.
Ser
enano y vivir en el Álcazar era casi un privilegio, no se llegaba
allí de forma accidental, sólo unos pocos gozaban de esa suerte;
suerte siempre ligada a la obligación de soportar burlas y
vejaciones en una vida tirana al servicio del espionaje y la
confidencia. Utilizados para estar en sitios estratégicos y pasear
“secretos” de aquellos que rodeaban a los reyes más
inútiles de la monarquía española. Partiendo de esta realidad
histórica nuestra autora ha escrito un relato cargado de misterio,
enigma y humanidad, en un reconocimiento hacia estos seres
“afortunados” de un destino cruel y marcado desde
su nacimiento hasta su muerte por aquello que se consideraban sus
únicos dueños.
Recomiendo
su lectura por ser a pesar de su crudeza muy ilustrativa de una época
de la que mejor avergonzarnos que enorgullecernos, por aportar muchos
datos acerca del papel de estas víctimas de las miserias reales, de
sus atrevimientos y valorar que el tiempo ha mejorado esta actitud
indecente de la sociedad; he buceado en Internet para saber más de
los enanos de la corte de FelipeIV, os invito a que lo hagáis,
descubriréis las razones rastreras que llevaban a los monarcas a
sentirse más reconocidos cuando estas “diminutas”
personas estaban a sus veras... no deja indiferente a nadie. La
condición del hombre es un misterio que no un secreto y su capacidad
de lastimar es sólo comparable a su poder para hacerlo. Os resultará
interesante.
“Cuando
desciende el sol de la cultura, hasta los enanos proyectan grandes
sombras”.
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