miércoles, 11 de diciembre de 2013

Los desorientados, Amin Maalouf

Cuando comencé el comentario de la obra del libanés Amin Maalouf, lo hice con la siguiente frase:”El mundo está lleno de seres que vagamos desorientados, confundidos, cargados de malos entendidos, sin rumbo fijo... que en ocasiones arruinan nuestra propia vida y la de aquellos que nos rodean”.
Puede que con esta reseña inicial la gente se sobre coja de tristeza y de paso reflexione en lo cierto del contenido de la frase. Leí esta novela recomendada por una compañera que me adelantó en la lectura aunque ambas pusimos los ojos sobre ella al mismo tiempo. Corazonadas al margen, la sinopsis es crucial para decidirte por ella, amante de la novela histórica, los hechos que prometían rodearla era motivo suficiente para no arrinconar tan conmovedora narración.
Poco amiga de contar el libro, sólo os digo que no deja indiferente a nadie y que es de una actualidad aplastante. Un grupo de amigos universitarios se reúnen habitualmente para según ellos, buscar alternativas a conflictos interminables con el único fin de hacer un mundo mejor... ya la propuesta es ambiciosa y se convierte en un sueño enmascarado por la cruda realidad que les lleva a desistir de tal hazaña, obligados por los acontecimientos que les rodean y deparándoles inevitablemente al exilio físico, emocional y sentimental; dejando tras ellos su tierra y una vida que nunca recuperarán.
Más de quinientas páginas ha necesitado el escritor para poner sobre las conciencias de los lectores una reflexión acerca del binomio Oriente-Occidente y las consecuencias de los efectos sobre quienes no han elegido su propio destino.
La sencillez y la estructura de la novela facilita enormemente su lectura, los ambientes están bien ubicados pero sin recargamientos para que el lector trabaje su imaginación y aporte los detalles que completen los escenarios donde se desarrollan los hechos. Toda la novela está impregnada de mensajes de paz, de llamamientos a la igualdad, de reflexiones ideológicas, de evidencias de la fuerza de las religiones... los personajes se encargan de trasmitir el valor de la amistad, el dolor del exilio, la huella del desarraigo, de los conflictos de identidad antes de la partida y tras la llegada...
Hablaría de una historia de “regreso”, de intento de cerrar causas pendientes, sanar heridas abiertas, últimas oportunidades, reafirmación de percepciones personales de todos y cada uno de los personajes. Amin llega a convertir la guerra en personaje en medio de fuertes dosis de emotividad, verdades solemnes y defensas de valores universales.
Al terminar el comentario reflexioné y llegué a la conclusión que no hay verdades absolutas, que ésta no es patrimonio exclusivo de nadie; que defender causas no es tarea fácil en la vida, que en ocasiones hay que alejarse mucho para poder alcanzar el acercamiento completo... que es todo esto lo que acaba sumiéndonos en la desorientación más cruel y que la única brújula para señalar la dirección correcta es la concordia que la humanidad no acaba de aceptar.

Más vale equivocarse en la esperanza que acertar en la desesperación”.

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