Cuando
comencé el comentario de la obra del libanés Amin Maalouf, lo hice
con la siguiente frase:”El mundo está lleno de seres que vagamos
desorientados, confundidos, cargados de malos entendidos, sin rumbo
fijo... que en ocasiones arruinan nuestra propia vida y la de
aquellos que nos rodean”.
Puede
que con esta reseña inicial la gente se sobre coja de tristeza y de
paso reflexione en lo cierto del contenido de la frase. Leí esta
novela recomendada por una compañera que me adelantó en la lectura
aunque ambas pusimos los ojos sobre ella al mismo tiempo. Corazonadas
al margen, la sinopsis es crucial para decidirte por ella, amante de
la novela histórica, los hechos que prometían rodearla era motivo
suficiente para no arrinconar tan conmovedora narración.
Poco
amiga de contar el libro, sólo os digo que no deja indiferente a
nadie y que es de una actualidad aplastante. Un grupo de amigos
universitarios se reúnen habitualmente para según ellos, buscar
alternativas a conflictos interminables con el único fin de hacer un
mundo mejor... ya la propuesta es ambiciosa y se convierte en un
sueño enmascarado por la cruda realidad que les lleva a desistir de
tal hazaña, obligados por los acontecimientos que les rodean y
deparándoles inevitablemente al exilio físico, emocional y
sentimental; dejando tras ellos su tierra y una vida que nunca
recuperarán.
Más
de quinientas páginas ha necesitado el escritor para poner sobre las
conciencias de los lectores una reflexión acerca del binomio
Oriente-Occidente y las consecuencias de los efectos sobre quienes no
han elegido su propio destino.
La
sencillez y la estructura de la novela facilita enormemente su
lectura, los ambientes están bien ubicados pero sin recargamientos
para que el lector trabaje su imaginación y aporte los detalles que
completen los escenarios donde se desarrollan los hechos. Toda la
novela está impregnada de mensajes de paz, de llamamientos a la
igualdad, de reflexiones ideológicas, de evidencias de la fuerza de
las religiones... los personajes se encargan de trasmitir el valor de
la amistad, el dolor del exilio, la huella del desarraigo, de los
conflictos de identidad antes de la partida y tras la llegada...
Hablaría
de una historia de “regreso”, de intento de cerrar causas
pendientes, sanar heridas abiertas, últimas oportunidades,
reafirmación de percepciones personales de todos y cada uno de los
personajes. Amin llega a convertir la guerra en personaje en medio de
fuertes dosis de emotividad, verdades solemnes y defensas de valores
universales.
Al
terminar el comentario reflexioné y llegué a la conclusión que no
hay verdades absolutas, que ésta no es patrimonio exclusivo de
nadie; que defender causas no es tarea fácil en la vida, que en
ocasiones hay que alejarse mucho para poder alcanzar el acercamiento
completo... que es todo esto lo que acaba sumiéndonos en la
desorientación más cruel y que la única brújula para señalar la
dirección correcta es la concordia que la humanidad no acaba de
aceptar.
“Más
vale equivocarse en la esperanza que acertar en la desesperación”.
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