El
gusto por la lectura es un secreto aireado a los cuatro vientos, de
manera que nada de secreto salvo que se le califique de “secreto a
voces”; gracias a esta connotación los que me rodean siempre han
tenido facilidad para regalarme lo que más me gusta, un libro...
Reyes, algo más que una amiga que me conoce muy bien, me regaló
hace ya muchos años, “Rosas para Gabriela”, ella
lo descubrió y quedó encantada con la historia de una familia que
protagoniza un relato generacional con el que es difícil no sentirse
identificado. Compró varios ejemplares y seleccionó destinatarios y
entre esos elegidos estaba yo... todavía se lo agradezco y revivo la
emoción que sentí al leerlo y lo especial que es para mí por su
significado afectivo.
Tras
leerlo lo he recomendado y por la dificultad de encontrarlo en las
librerías mi ejemplar ha pasado por muchas manos... y como anécdota
una de esas manos tuvo pretensiones “delictivas”, es decir
“quedarse con mi preciado tesoro” y me costó palabras mayores
para que regresara al hogar y a mi regazo; las consecuencias han sido
terribles, jamás lo he vuelto a prestar como yo digo “hay cosas
con las que no se juega ni se negocian”.
Extremadura
y Madrid son los escenarios de esta entrañable narración en primera
persona hecha por Diego Lancharro como si de una carta se tratara con
destinatario y remitente. Toda una saga representada en una
impresionante galería de personajes que dan vida a un repertorio de
experiencias vividas por todos y cada uno de los miembros de la
familia durante casi un siglo en una España como la de “entonces”.
El
pasado de su condición de agricultores, tenderos, churreros ; el
impacto de la guerra, la emigración, el desarraigo, la esperanza del
regreso, la supervivencia y la lucha incansable ante la adversidad, son algunas de las señas de identidad de esta preciosa “oda al
recuerdo”
Al
leerla es como bucear en la memoria e identificar detalles tan
familiares a los que ya tenemos unos años.... despertando unos
sentimientos muy especiales ante lo narrado. Tiene cierta similitud
con novelas del estilo de “Cien Años de Soledad” de Gabriel
García Márquez o “La Casa de los Espirítus” de Isabel Allende,
pero el marco histórico delimita las diferencias entre la novela de
Perozo y las anteriores.
Es
muy recomendable por su ternura y emoción y por el cariño y la
fuerza que derrocha el narrador en cada línea, con la única
intención de demostrar su orgullo de padre, de padre de Gabriela,
para quien van dedicadas estas “Rosas”.
Gracias
mi querida Reyes.
"Una sonrisa es una línea curva que lo endereza todo".
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