Cuando las circunstancias de la vida
te obligan a un encierro impuesto, lo mejor es dejarse llevar y disfrutar de lo
que más te gusta. En los últimos meses del año 2020 e inicios del 2021, media
humanidad se ha visto confinada por una pandemia que nunca imaginamos, como
parte de esos mortales, no he quedado a salvo de sus efectos y la
disponibilidad de tiempo a consecuencia de un segundo confinamiento, me ha dado
la oportunidad de abordar novelas que llevaban aparcadas en la lista de
lecturas pendientes ya más de lo habitual. Esta escritora de nombre
impronunciable se cruzó por casualidad, pero hoy por hoy puedo decir que ha
sido un acierto leer sus dos novelas y que a pesar de lo voluminosa de las
mismas, las recomiendo sin ningún “pero”, vale la pena cada una de sus páginas.
“Chechenia, 1995: Nura sueña con huir de su aldea, donde los clanes
marcan la ley y la guerra amenaza con aplastar todos sus sueños de libertad,
que para ella se concentran en su posesión más preciada, un cubo de Rubik.
Mientras tanto, en Moscú, el joven ruso Aleksandr Orlov abandona al amor de su
vida para irse al frente. Veinte años después, este joven idealista y lector se
ha convertido en un oligarca al que en Berlín conocen como el General, y los
recuerdos de aquellos años de guerra lo persiguen. Emprende entonces un viaje
en busca de la Gata, una misteriosa joven actriz a la que vio por última vez
con un cubo de Rubik en la mano. La culpa, la expiación y la redención guían
este viaje en el que todos tratan de encontrar su lugar”.
A veces no sabes
las razones, pero presientes que hay libros que se quedarán para siempre en tu
memoria. Eso es lo que sucede con la novela ‘La Gata y el General’ de una autora
georgiana, ese país situado en el mar negro de cuya riqueza literaria no hemos
leído nada. Es una historia ambientada en la guerra de Chechenia, en dos planos
temporales, el conflicto de 1995, y una actualidad que se sitúa en el año 2016.
En los años 90, en una aldea provinciana y cerrada, la joven Nura sueña con
huir a la ciudad mientras le fascina la figura de una mujer cosmopolita que ha
llegado al pueblo a impartir unas clases y que le regalará un cubo de Rubik. La
guerra estalla y Nura, de repente, desaparece.
Nino Haratischwili, en la
actualidad vive en Hamburgo y escribe
en alemán, he tenido que leer su biografía para entender la esencia de sus
novelas, se le considera la única escritora alemana capaz de escribir novelas
de esta envergadura, lo que la hace una de las grandes de la literatura
contemporánea de este país. Desde las primeras páginas se disfruta con esa capacidad
de tejer un poderoso retrato de un tiempo y un país a partir de recorridos
individuales. Es un relato sobre la culpa, la expiación, la venganza, la
traición, el ansia de libertad y el espionaje, pero además otorga importancia a
la muerte, a la pasión y al amor y lo hace para lograr una mirada descarnada y
precisa sobre los escombros de la Unión Soviética en la década de los años
noventa. El mérito de esta autora de nombre impronunciable, es que lo hace a
través de personajes bien construidos, potentes e inolvidables, mezclando
escenas de cruel violencia y delicada ternura, desplegando un sentido
escenográfico que parece estar viendo una obra de teatro…una narración que recuerda
a las tragedias griegas clásicas y a los grandes de la literatura rusa como Dostoievski.
La
historia está narrada en dos épocas, 1995 y 2016. Y a su vez, en tres voces: La
Gata, El Corneja y el General. El recurso de nombrar a los personajes por
nombres diferentes, retrasa el momento de ubicarte definitivamente en los
hechos, además la cantidad de información que se ofrece desde el primer
renglón, te obliga a poner los cinco sentidos para entrar en el juego de los
diferentes puntos de vista, de varios tiempos narrativos y de la cantidad
considerable de personajes secundarios que colaboran en la construcción de la
trama. En el momento en el que te internas en la dinámica que la autora ha
elegido, todo se hace más fácil.
La documentación es impresionante y las
descripciones muy conseguidas, tanto que no cuesta trabajo sentir lo que ocurre
en esos escenarios, la dureza de ciertos pasajes se percibe intensamente y en
ocasiones me ha resultado impactante aunque no un motivo para abandonar su
lectura.
No encuentro necesario seguir contando
datos sobre la novela, es tan buena como “La octava vida”, novelón de la misma
autora y con unas pocas más de páginas que esta. Tampoco encuentro algo que
contaros para desanimaros y que os penséis leerla, sin duda ver lo “gordo” que
es el libro, asusta y se teme por el abandono, ya os digo que ambas son de esas
obras que gustan y que con el tiempo se convierten en libros para releer. Os
gustará y mucho.
“La primera víctima de la guerra es la
verdad”.
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