El
hecho de leer tanto y contar con poco tiempo supone un desafío a la hora de
llevar al día el blog en el que comento mis lecturas; es por eso que faltando a
mi costumbre de no copiar sinopsis de los libros, me veo obligada a utilizarlas
al menos hasta que consiga acortar el número de comentarios pendientes.
“En una panadería de Ugarte, en el País Vasco, un
niño que un verano ha regresado sin habla de un internado en el sur de Francia
recupera las palabras gracias a su amistad con dos hermanos gemelos y a algo
extraño que descubren los tres en las aguas del canal que baja de la montaña.
La dictadura franquista está llegando a sus últimos días. Todo está cambiando
en Ugarte y también en el cuartel de El Pardo donde, poco antes, Eliseo,
Donato, Celso y Caloco intentan adiestrar una urraca y burlar el coto de caza
reservado a los poderosos. La de ellos fue también una historia de amistad, con
sus dosis justas de inconsciencia, rebeldía y tragedia.
Años más tarde, las huelgas alentadas por los
sindicatos hacen temblar la industria minera de Ugarte. Son ya los turbulentos
ochenta, y Eliseo y los gemelos se ven envueltos en una trama de venganza,
urdida por el ingeniero Antoine, que parece propia del género negro. El tiempo
pasa rápido y transforma todo lo de fuera: llega la música, la televisión con
sus realities, el
correo electrónico, aunque en el interior de los protagonistas de esta historia
se mantienen intactos los silencios, los secretos, las amenazas... No es más
que la vida, que discurre como hilos de agua entre las piedras. Pero avanza”.
No quiero
empezar la reseña diciendo que no me ha gustado tanto como esperaba y que la
sinopsis no se ha ajustado a mis expectativas, pero es la verdad y prefiero que
vaya por delante.
La pintan
como una novela interesante y emocionante, vertebrada por la amistad, el amor,
la naturaleza y el hecho incuestionable de la muerte; algunos de estos aspectos
los he percibido otros por el contrario no. Son historias privadas de
personajes reales perfilados bajo la varita de la imaginación del autor.
Estructurada en seis partes, divididas a su vez en
capítulos, y un epílogo en forma de alfabeto conforman una novela que comienza
un verano de 1972 con la llegada a Ugarte de Elías, más tarde conoceremos
también a Eliseo y a Donato, con los que retrocederemos a 1970, y conviviremos
con ellos en el cuartel de El Pardo donde prestan servicio militar. Y
seguiremos acompañando a estos personajes, con mayor o menor protagonismo unos
u otros según avancen los años, durante 1985, 2012 y 2017, poniendo en cada año
el foco en alguno de ellos, pero sin perder de vista nunca al resto directa o
indirectamente.
Construye así Bernardo Atxaga una novela que ensambla seis historias distintas,
en las que ha volcado algunos de sus recuerdos y de sus vivencias personales,
alentadas por un latido común: la amistad.
En muchos párrafos me encontraba perdida, por lo
que tenía que volver atrás de manera pausada para volver a retomar el hilo de
la historia, no es que se haga tediosa, es que la fluidez y la profundidad de
esa prosa culta que utiliza, junto a los temas serios que aborda, me impedían avanzar
sin sacrificar el relato.
Ambientación con espacios cerrados como el
internado, el hospital o el cuartel, conviven con grandes espacios abiertos
en los que animales y la propia
naturaleza juegan un papel importante trascendiendo el papel de mero escenario para
formar parte de cada uno de los
personajes, estos no se entienden sin su entorno y, en algunos casos, sin su
forma de interactuar con los animales que, de un modo u otro, forman parte de
su vida presente o pasada siendo estos tan variados como un jabalí, una urraca,
un caballo…
De todas maneras y no siendo la lectura más
frecuentada por mí, resulta ser una narración que aborda el misterio de la vida
y las emociones que alimentan nuestra realidad. Relato cargado de gestos de
amor a la naturaleza que ahonda en lo más profundo del ser humano.
Os aviso de que es una dramática historia que llega
a afectar desde las primeras páginas, es precisamente el inicio intenso lo que
la salva a mi juicio, ya en la mitad pierde interés y se hace más lenta, aunque
la capacidad inventiva de Bernardo Atxaga consigue un buen final.
Como siempre digo es solo una opinión, insuficiente
en todo caso para despreciarla, todo lo contrario, este señor goza de gran
prestigio en el panorama de la Narrativa Contemporánea, de manera que os la recomiendo
sin pereza. Os gustará
“Si se pudieran voltear los nombres impresos como
las piedras de un huerto y ver la vida que esconden, comprobaríamos que no hay
dos seres iguales”.