El hecho de leer tanto y contar con
poco tiempo supone un desafío a la hora de llevar al día el blog en el que
comento mis lecturas; es por eso que faltando a mi costumbre de no copiar
sinopsis de los libros, me veo obligada a utilizarlas al menos hasta que
consiga acortar el número de comentarios pendientes.
“La vida de Will e Iris
es perfecta: tienen una casa preciosa en un buen barrio de Atlanta, brillantes
trayectorias profesionales y disfrutan de la emoción de estar intentando tener
su primer hijo. Pero una mañana, su idílica existencia se viene abajo. Alguien
de Liberty Airlines comunica a Iris que su marido era uno de los pasajeros del
vuelo 23 con rumbo a Seattle, que acaba de estrellarse en un accidente aéreo
sin supervivientes. Sin embargo, Will le había dicho que tenía que volar a
Orlando en viaje de negocios… A pesar de su confusión y desconsuelo, Iris está
convencida de que todo es un enorme malentendido. Pero las horas pasan y sigue
sin recibir ninguna señal de Will, así que tiene que acabar aceptando, con el
corazón destrozado, que su marido ha muerto. Aun así, necesita respuesta”.
Novela que se elige una tarde de flojera seguida por unas
expectativas justitas a las que vas a dar respuestas. Termina el mes de octubre
y brujuleando topo con esta “Última mentira” que me suena de un guion de película
americana de sábado por la tarde; sabiendo que no voy muy descaminada sigo con
la idea de pasar un rato entretenida y dejarme llevar por un thriller
psicológico donde los personajes normales y corrientes deciden averiguar una
verdad impuesta que te enfrenta al dilema de, “nada es lo que parece” y “no lo
sabemos todo de los demás”.
Un argumento sencillo fácil de seguir, con toques de
narrativa sentimental femenina, ajustado al esquema de” domestic noir”, un
subgénero donde la trama se centra en el ámbito familiar y desde la perspectiva
de ese personaje femenino que asume el protagonismo absoluto.
El tema puede parecer explotado aunque el tratamiento tiene
sus toques de originalidad, no es una investigación encabezada por un equipo de
la policía, es una labor llevada a cabo por una mujer incapaz de asumir la
realidad y decidida a saber lo que la verdad esconde acerca del pasado de su
esposo.
Novela de secretos familiares y misterio, ágil, dinámica de
lectura fácil, con dosis de intriga bien administradas, descubrimientos a
cuenta gota que van cuadrando el hilo de la historia, giros argumentales que
oscilan entre lo previsible y la sorpresa bien recibida, tensión justa y un
final aceptable.
Trama narrada en primera persona por Iris, transmitiendo al
lector esas ganas de descubrir la verdad, de destapar todas las mentiras que su
marido le ha ido contando a lo largo de los siete años de casados, y llegar a
entender los motivos que le llevaron a actuar así y tomar esas decisiones. Las
piezas se van montando de forma muy inteligente y me ha gustado mucho cómo
fluye todo, así como la actitud de la protagonista ante todo lo que se le viene
encima de la noche a la mañana.
La escritora nos va dando una de cal y otra de arena y
secuestra nuestra atención gracias al toque justo de misterio, disfrutando de
la marcha de la historia y evitando caer en el aburrimiento. La clave del
relato se encuentra en los personajes, un protagonista absoluto, Iris, un
protagonista en la sombra, Will y unos secundarios imprescindibles; la empatía
que se genera hacia ella es incuestionable.
Sin duda esta sencilla novela se vuelve interesante a medida
que avanza, una historia en la que los escenarios son irrelevantes pero las
incógnitas ganan fuerza hasta un desenlace en el que el refrán de “la venganza
es un plato que se sirve frío” es de aplauso. Os gustará.
“Mi venganza acaba de empezar, la esparciré a través de los
siglos y el tiempo está de mi lado”.
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