Sigo
pensando, que el tiempo que mejor invierto de mi vida es el que paso entre las
estanterías de la biblioteca de mi ciudad. Ahí encontré hace unos días un
ejemplar de “Una mujer desposeída”, volverlo y leer su sinopsis fue
suficiente para elegirlo y disfrutarlo. Puedo decir que para inaugurar este año
ha estado muy pero que muy acertado.
Muchas vidas cambiaron para siempre cuando el
subcontinente indio fue oficialmente separado en dos países: India y Pakistán.
Una viuda de trece años que encara el futuro cuando su marido es dado por
muerto; una madre primeriza retenida en el lado equivocado de la frontera; una
criada ambiciosa que seduce tanto a su señor como a su señora; una joven
prostituta que planifica en silencio su venganza...
Atrapadas en un mundo de fronteras movedizas
exóticamente lejano pero a la vez peligrosamente parecido al nuestro, las vidas
de los personajes de estos doce relatos se entrecruzan bajo la mirada profunda,
irónica y perturbadora de Shobha Rao, que sigue las huellas de grandes
cuentistas como Lucia Berlin o Jhumpa Lahiri.
Una vez más, reseño un libro de doce relatos
difícil de vender por saber de antemano que la percepción que de ellos se tiene,
varía en función de nuestro estado de ánimo, emotividad y sensibilidad ante
ciertos acontecimientos vividos por otros mortales y narrados con extremada
realidad y crudeza. Particularmente me han dejado con la boca abierta a pesar
de haber sufrido con su lectura, pero el aleccionamiento y la bofetada “sin
mano” que consigue darte la escritora de origen indio afincada en Estados
Unidos, es imprescindible para llegar a la esencia de estos cuentos que bailan
entre lo irónico y lo cruel, creando una confusión de agrado y rechazo
imposible de ignorar.
Todos tienen un escenario común, la ambientación
histórica es el telón de fondo que sirve para dar vida a unos cuentos de lo más
variopinto, donde se mezclan historias morbosas, crueles, sensibles, de escenas
violentas, con gran perversidad y que cuentan con la originalidad de compartir
personajes que aparecen de forma imprevista en diferentes relatos. Personajes
que sufren y comparten la desgracia, la deshonra, el maltrato, el desprecio, la
depravación y la aniquilación física y emocional.
Todos los relatos son el resultado de un esfuerzo
por parte de la autora por recoger su dolor, por gritar desgarradoramente y
reclamar la dignidad perdida y robada a las “desposeídas”; algo que sabe hacer
con una elegancia incuestionable.
La estructura es sencilla, los diálogos de “traca”,
los personajes perfectamente construidos, el repertorio de emociones
incalculable y la invitación a reflexiones particulares evidentes y difícil de
eludir; ha sido un ejercicio de trasmisión de realidades memorables que Shobha
Rao, tenía clavadas en el corazón y que nos ha mostrado en estado puro y
descarnado.
Para entender la ambientación común a los doce
relatos, es necesario dar unas pequeñas nociones de Historia. En 1947, el
Imperio Británico tras la Segunda Guerra Mundial, ejecuta la Partición de sus
posesiones en el subcontinente indio. Nace Pakistán como república islámica e
India como estado laico hindú y de minoría sijs. Se inicia entonces un
movimiento de desplazados entre ambos estados que sufren más de 10 millones de
personas, donde el odio, la violencia y la muerte se convierten en habituales.
Las mujeres y los niños
fueron los más vulnerables, se calcula que cincuenta mil mujeres musulmanas
fueron raptadas en India y treinta y tres mil mujeres hindúes y sijs fueron
raptadas en Pakistán. Tiempo después a muchas de estas mujeres les hacían
volver pero incluso sus familias las repudiaban al considerarlas mancilladas.
En 1949, India reguló el regreso de esas mujeres con la Ley de Recuperación y
Restitución de personas secuestradas. Shobha Rao prefiere centrarse en mujeres
Restituidas, recuperarse se puede pero restituirse no. De ahí que las historias
que describe en el libro sean "mujeres desposeídas" de
sí mismas. Sin duda uno de los episodios más ignominiosos y despreciables de la historia de la Humanidad.
Este lienzo de perversidad
del ser humano sirve de denominador común a los relatos de superación y
supervivencias de unos personajes con los que no cuesta empatizar y sufrir.
Conmueve hasta el extremo de preguntarse cómo es posible que se tenga apego a
la vida cuando se está rodeado de tanta adversidad y dolor.
Me ha hecho reflexionar
acerca de la crueldad del destino ingrato que les tocó vivir a estas “desposeídas”
y al que hoy viven millones de mujeres de otras culturas y naciones bajo el
yugo férreo de la maldad humana.
Como apreciación final
decir que el que me ha parecido fundamental y vertebrador de los restantes, es
el que se titula, “La ira es una jungla sin sendero”. Por razones personales,
cuando siento peligros que acechan escondidos que se perciben que existen pero
que no sabes cuándo saltaran sobre ti, es cuando asumes que estas en un entorno
de depredadores que esperan saltar sobre la presa indefensa, por eso en este
cuento se encuentran muchos de los elementos argumentales de la mayoría y creo
que os servirá como dato para entender el resto. Estoy segura que os gustará.
"Las únicas mujeres que valen realmente la pena, son aquellas que si quieren la luna, se las bajan ellas solítas".
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