Buceando
en otros blogs, en ocasiones encuentras autores desconocidos de un
género al que soy aficionada; es el caso de Zygmunt Miloszewski, que
debutó en el 2004 en el marco de la novela negra polaca, no siendo
el único en este país, si es el que más proyección ha obtenido
hasta ahora. Forma parte del fenómeno de internacionalización de la
novela negra y sin duda de la avalancha de estilo policiacas, de
asesinatos y misterios que destacan en la Europa del Norte en los
últimos años.
Durante
la primavera de 2005, el doctor Cezary Rudzki reúne a cuatro de sus
pacientes, dos hombres y otras tantas mujeres, en un antiguo
monasterio de Varsovia para una sesión de terapia conjunta que
durará días. Uno de los participantes, Henryk, aparece muerto en su
habitación, con signos de violencia, pues alguien le ha clavado en
el ojo un asador de acero.
Mientras,
el fiscal Teodor Szacki, ajeno a estos acontecimientos, planea pasar
el domingo con su hija Hela, y Weronika, su esposa. Pero una llamada
telefónica del policía Oleg Kuznetsov le avisa del suceso, por lo
que rápidamente acude al escenario del crimen. Szacki se hará cargo
de la investigación, y a pesar de las complicaciones del caso con
ayuda de Kuznetsov llegará a la conclusión de que el asesino era
una de las personas que estaban en el lugar, o el doctor o uno de sus
pacientes.
Escrita
en el 2007, contiene todos los elementos que sin duda reconocemos en
cualquier novela adscrita a este género. Cuando leí la sinopsis, me
trajo un grato recuerdo a las novelas de Agatha Crhistie, no voy a
decir cuales, pero al menos dos eran muy comparables al hilo
argumental de este “Caso Telak”.
Tiene un inicio de trampolín,
gracias a él te lanzas a la lectura y engancha hasta el final, el
suspense lo marca ese pistoletazo de salida y el misterio se va
desgranando a lo largo de la carrera que protagonizan los personajes
y que solamente en la meta, se obtiene respuesta a la pregunta más
repetida en la novela, ¿Quién mató a Telak?.
Bien estructurada, su trama está
dividida en inicio. desarrollo y desenlace, fácil y ágil lectura y
una ambientación de lujo. Esta narración cuenta con un escenario
histórico que nos traslada de la Polonia comunista a la actual,
dando saltos muy bien explicados y con una contextualización que
ayuda a resolver el misterio alrededor del que gira el argumento.
Esto la hace diferente a otras novelas de autores como Mankell y
Larsson, de quienes sin duda algo ha aprendido. Cuando la terminas,
reconoces un perfecto cuadro de Polonia y especialmente de la
capital, Varsovia.
Aunque he nombrado a estos dos
grandes escritores, sigo pensando que el protagonista principal,
Teodor Szacki, encargado de la investigación, aparece no como un
detective, que es lo más habitual, sino como un fiscal, profesión
que no asume las mismas obligaciones que la policía o los
detectives, curiosamente, los escritores griegos, son igualmente
partidarios de fiscales antes que de comisarios o capitanes de
comisarias de dudosas reputación.
A mi me ha gustado Teodor, es un
“Poirot” a lo polaco, era como ver al entrañable
hombre del bigote que todo lo sabe y al que nada se le escapa con el
que tanto disfruté en mi adolescencia.
Quizás el desenlace es muy
predecible, pero Zygmunt nos lleva a el con explicaciones muy bien
acogidas y eso facilita pequeños “líos” que a
veces nos amargan los finales, de manera que no lo tendremos en
cuenta. Una última cuestión, los personajes son la base de la
novela, están bien construidos, descritos y evolucionan obligados
por la trama, esto la hace más entretenida y todos nos llevan a la
reflexión de algo que es mejor no olvidar; “El pasado es una
sombra que acecha continuamente y que tarde o temprano acaba pasando
factura”, al menos un pasado oscuro y malévolo.
Muy del verano, pero os gustará.
"Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón".
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