Aquí
os dejo la tercera entrega de Pierre Lemaitre, después de sus
antecesoras, “Iréne” y “Alex”.
Sin duda es de los escritores de novela negra que goza de
reconocimiento mundial y en su país ha sido merecedor de
imnumerables premios por una intensa producción literaria; muchas de
las cuales ya las he comentado por mi gusto hacia su exquisita forma
de escribir.
Representante
de la novela negra europea y galardonado con el Premio Goncourt de
las letras francesa por su obra “Nos vemos allá arriba”,
Pierre es el padre literario del comandante Camille Verhoeven, el
policía de talla reducida y corazón dilatado, que destaca por sus
dotes de investigador y por sus cualidades humanas; una vez más
aparece en una corta pero intensa novela que sigue el modelo al que
nos tiene acostumbrado Lamaitre.
“Jean
Garnier es un joven solitario que lo ha perdido todo: su trabajo,
tras la muerte misteriosa de su jefe; su novia, en un extraño
accidente, y Rosie, su madre y principal apoyo, que ha sido
encarcelada. Para dar rienda suelta a su dolor, planea hacer explotar
siete obuses, uno por día, en distintos puntos de la geografía
francesa.
Después
del primer estallido se entrega a la policía. Su única condición
para evitar la catástrofe es la liberación de su madre. El
comisario Verhoeven se encuentra ante un gran dilema: ¿es Jean un
lunático con delirios de grandeza o una verdadera amenaza para todo
el país?”
Sin
apartarse de su estilo, con este argumento se desata una narración
dinámica, emocionante que engancha desde el principio hasta el
final. Su ritmo es trepidante, frenético y cardíaco, puramente
suyo. Las tres novelas que se pueden leer aisladamente, son un bloque
perfectamente construido y orquestado, con multitud de sensaciones y
que en esta ocasión, en escasas cien páginas, lo convierte en un
relato de acción e intriga, cuyo personaje central, además de
nuestro inspector, es el lunático Garnier, que es presentado a lo
grande desde el principio de la narración, para que los lectores nos
enfrentemos con sus actos y descifremos la personalidad de este
perturbado.
Trama
lineal y cronológica, cargada de información dosificada, en la que
vamos descubriendo la actitud revanchista del terrorista. El elemento
que más original me ha resultado en esta ocasión, es la sucesión
de escenas que van marcadas por horas y días, esclavizando el tiempo
en un ritmo contrarreloj que dicta el donde y el cuando explotarán
los artefactos y la celeridad que provoca la actuación de Camille y
su equipo; la tiranía de ese recurso es la que ha proporcionado
ritmo y potencia a este relato que se lee de “una sentada”.
Nada
más que no haya dicho ya en otros comentarios de Pierre y sus
novelas, entretenida hasta las entrañas, intensa e inolvidable.
“El
encuentro fortuito da a veces un vuelco completo a tu vida y las
cosas decisivas ocurren siempre en décimas de segundo”.
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