Es
costumbre tener en las casas una habitación que apenas se usa y que
recibe coloquialmente el nombre de “habitación
de invitados”;
otra cosa, es que la usen esas personas que en algún momento
necesitan de una cama, techo y buena compañía y que el destino más
habitual sea muy diferente pero no por ello menos útil.
Quiero
hacer esta entradilla desenfadada, porque la novela autobiográfica
de la australiana Helen Garnier, siendo emocionante e intensa, aborda
la realidad vivida por la escritora ante la enfermedad de su mejor
amiga.
“Una
escritora de edad madura y arquetipo de la mujer moderna y
emancipada. Helen prepara con esmero el cuarto de invitados a la
espera de la llegada de su vieja amiga Nicola, tan bohemia e
independiente como ella. Nicola va a quedarse tres semanas para
someterse a un tratamiento de medicina alternativa, aunque muy pronto
se hace evidente que se encuentra más enferma de lo que ella misma
está dispuesta a aceptar. Por su parte, Helen, convertida en
enfermera, ángel de la guarda y juez, apenas puede disimular su
disgusto por la extravagante cura en la que su amiga confía
ciegamente. El desacuerdo entre ambas no sólo genera una inesperada
brecha en su amistad, sino que las mueve a reflexionar hasta qué
punto están dispuestas a sacrificar los intereses propios por ayudar
a otra persona, poniendo en peligro un estilo de vida al que no
desean renunciar”.
Dos
mujeres, protagonizan este relato; de fondo un tema cruel,
desprovisto de sentimentalismo y drama, con momentos de humor muy
bien dosificados. Sin duda es una bonita lección de sacrificio que
nos hace reflexionar hasta que punto estaríamos dispuestos a darlo
todo por un ser querido, a replantearnos los límites de la amistad,
de la generosidad y por supuesto la paciencia y la vulnerabilidad
ante situaciones como esta.
El
tema universal es el final de la vida y las diferentes formas que
cada uno elegimos a la hora de enfrentarnos a lo inevitable; pero el
libro me ha gustado por lo mucho que incide en el valor de la
convivencia, en el respeto a las decisiones de cada cual, a la
invasión de la intimidad y a la capacidad que tenemos a la hora de
implicarnos en adversidades que podíamos haber evitado de no haber
tenido una “habitación
de invitados”.
Es
un manifiesto de supervivencia y una lucha por resistir ante lo
inevitable, no rendirse es una opción digna de aplaudir, no hay que
esperar ni ir a buscar, hay que luchar y dejarse sorprender.
Helen
Garner ha conseguido desde su experiencia narrar elegantemente el
drama y el dolor, y lo hace desde el momento en el que por imposición
de su amiga Nicola, quien se autoinvita, prepara su habitación con
primor y ternura. Es la antesala de un relato que describe la
relación entre dos mujeres maduras que comparten un pasado común y
cientos de buenos y malos recuerdos, de enfrentamientos y criterios
dispares que llegan a generar grandes momentos de tensión y que solo
la destreza de la escritora descarga con esos toques desenfadados que
formaron parte de su realidad más dolorosa.
Es
una lectura realista, breve, que no deja malestar de ánimo y que
evidencia la fragilidad de la vida, el valor de la familia, el apoyo
de los amigos y otros muchos dilemas de la humanidad que descubriréis
si la leéis.
“Una
persona con carácter, no es aquella que siempre lleva la razón, ni
la que más sabe, ni la que más entiende de todo y se considera la
más fuerte; una persona con carácter es aquella que tiene dominio
propio sobre sus debilidades y tras caer, se levanta una y otra vez
sin miedo ni pereza.”
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