Es
irresistible la portada de la novela, casi te puedes imaginar el
contenido de la misma; por si no se aprecia bien, una joven sin
rostro se columpia entre las nubes... vamos que está en el cielo y a
poco que imaginemos, al cielo se va cuando ha terminado tu paso
terrenal, eso en el mejor de los casos. Mira hacia abajo contemplando
la vida que ya no tiene como si de un sueño se tratara y en espera
de bajar de un salto y confirmar que su balanceo es solo producto de
un mal momento; algo así ha querido contarnos Jessica Warman en
“Antes
de partir”,
una narración que entretiene pero que recomiendo como lectura
juvenil, aunque ya sabéis que “leer
no tiene edad ni fecha de caducidad”.
“Elizabeth
despierta la mañana siguiente a la celebración de su decimoctavo
cumpleaños en el yate de sus padres y hace un descubrimiento
aterrador: su propio cadáver flota enganchado a la quilla. Sin
tiempo para poder digerir qué está pasando, la protagonista se da
cuenta de que no está sola. A su lado se encuentra Alex, el
marginado del instituto, que murió atropellado por un conductor que
se dio a la fuga. Ahora Elizabeth comparte con alguien a quien jamás
se dignó a mirar a la cara ese confuso territorio entre la vida y la
muerte. Juntos por primera vez, y unidos por la necesidad de
comprender sus respectivas tragedias, los jóvenes recorrerán el
pasado y el presente y desvelarán lo que el otro no se atreve a
confesarse a sí mismo”.
No
voy a decir que me equivoqué en la elección pero tampoco estuve muy
acertada, es el guión de una película americana de estas de jóvenes
pijos en el yate de papá que van de movida, sexo, droga y “luego
pasa lo que pasa”
y en esta ocasión el misterio gira precisamente en no saber, qué
ocurrió y como aparece en el agua la protagonista.
Misterio
pues peliculero, predecible, de trama muy floja, con dosis de
suspense que no provoca tensión ni agudiza el drama, con
investigación pertinente y poco más.
La
clave esta en la creación de los personajes; uno a uno son
interrogados y cuentan la relación con la víctima y el motivo por
el que estaban en la reunión, cada uno interviene en su momento y se
van conociendo detalles de la vida de Elizabeth y acontecimientos que
compartieron los asistentes a la velada náutica. Lo más destacado
es que la escritora a través de los personajes nos muestra una
variedad de reflexiones acerca de los errores que cometemos
mecánicamente sin reparar en el daño que estos provocan en los que
nos rodean. Aprovecha así para tratar temas de candente actualidad
para los jóvenes como las drogas, el alcohol, conductas agresivas,
las mentiras...
Se
observa el interés de la autora acerca de la percepción que cada
uno tiene de la muerte y sus efectos, algo que no entra en los planes
de la juventud por razones obvias.
La
narración es muy repetitiva y carente de ritmo. Quiero destacar el
papel de “Pepito Grillo”
de
Alex, el marginado en vida de esta pandilla y que acompaña en este
macabro viaje a nuestra ahogada a modo de conciencia y culpa,
consiguiendo remover todos sus sentimientos en una auténtica lección
de humildad.
Sigo
pensando que es muy adecuada para los chavales en edades similares a
la de estos juerguistas, que pagaron muy cara su salida nocturna. La
leí como tránsito y descanso y leída queda.
“La
pena del ayer y el miedo al mañana son los dos ladrones que nos
roban el hoy”.
“Aprendió
tanto de sus errores que cuando tropezaba en lugar de caer, volaba”.
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