viernes, 15 de enero de 2016

Antes de partir, Jessica Warman

Es irresistible la portada de la novela, casi te puedes imaginar el contenido de la misma; por si no se aprecia bien, una joven sin rostro se columpia entre las nubes... vamos que está en el cielo y a poco que imaginemos, al cielo se va cuando ha terminado tu paso terrenal, eso en el mejor de los casos. Mira hacia abajo contemplando la vida que ya no tiene como si de un sueño se tratara y en espera de bajar de un salto y confirmar que su balanceo es solo producto de un mal momento; algo así ha querido contarnos Jessica Warman en “Antes de partir”, una narración que entretiene pero que recomiendo como lectura juvenil, aunque ya sabéis que “leer no tiene edad ni fecha de caducidad”.
Elizabeth despierta la mañana siguiente a la celebración de su decimoctavo cumpleaños en el yate de sus padres y hace un descubrimiento aterrador: su propio cadáver flota enganchado a la quilla. Sin tiempo para poder digerir qué está pasando, la protagonista se da cuenta de que no está sola. A su lado se encuentra Alex, el marginado del instituto, que murió atropellado por un conductor que se dio a la fuga. Ahora Elizabeth comparte con alguien a quien jamás se dignó a mirar a la cara ese confuso territorio entre la vida y la muerte. Juntos por primera vez, y unidos por la necesidad de comprender sus respectivas tragedias, los jóvenes recorrerán el pasado y el presente y desvelarán lo que el otro no se atreve a confesarse a sí mismo”.
No voy a decir que me equivoqué en la elección pero tampoco estuve muy acertada, es el guión de una película americana de estas de jóvenes pijos en el yate de papá que van de movida, sexo, droga y “luego pasa lo que pasa” y en esta ocasión el misterio gira precisamente en no saber, qué ocurrió y como aparece en el agua la protagonista.
Misterio pues peliculero, predecible, de trama muy floja, con dosis de suspense que no provoca tensión ni agudiza el drama, con investigación pertinente y poco más.
La clave esta en la creación de los personajes; uno a uno son interrogados y cuentan la relación con la víctima y el motivo por el que estaban en la reunión, cada uno interviene en su momento y se van conociendo detalles de la vida de Elizabeth y acontecimientos que compartieron los asistentes a la velada náutica. Lo más destacado es que la escritora a través de los personajes nos muestra una variedad de reflexiones acerca de los errores que cometemos mecánicamente sin reparar en el daño que estos provocan en los que nos rodean. Aprovecha así para tratar temas de candente actualidad para los jóvenes como las drogas, el alcohol, conductas agresivas, las mentiras...
Se observa el interés de la autora acerca de la percepción que cada uno tiene de la muerte y sus efectos, algo que no entra en los planes de la juventud por razones obvias.
La narración es muy repetitiva y carente de ritmo. Quiero destacar el papel de “Pepito Grillo” de Alex, el marginado en vida de esta pandilla y que acompaña en este macabro viaje a nuestra ahogada a modo de conciencia y culpa, consiguiendo remover todos sus sentimientos en una auténtica lección de humildad.
Sigo pensando que es muy adecuada para los chavales en edades similares a la de estos juerguistas, que pagaron muy cara su salida nocturna. La leí como tránsito y descanso y leída queda.
La pena del ayer y el miedo al mañana son los dos ladrones que nos roban el hoy”.

Aprendió tanto de sus errores que cuando tropezaba en lugar de caer, volaba”.

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