martes, 15 de septiembre de 2015

LLámamae por mi nombre, André Aciman

Las novelas con argumentos que hablan del verano, te invitan a escogerlas por empatía con la estación del año en la que más leo; tal fue el caso de “Llámame por mi nombre”, nunca me hubiera detenido en este tipo de relato cuya portada esconde el rostro de un hombre que a priori no me sugería absolutamente nada.
André Aciman, es un escritor desconocido para mi, por lo tanto mi reseña no puedo hacerla comparándola con algunas de sus otras obras, si que es cierto que me ha gustado como escribe y que no descarto la posibilidad de leer algo más en fechas venideras.
La novela se desarrolla en Italia durante los años 80, los acontecimientos que se describen son las vivencias de esos momentos de tranquilidad y ocio que tanto se disfrutan en el Mediterráneo; el mar, el calor, los acantilados, las siestas, las piscinas y como no, los deseos y despertares de instintos irrefrenables.
Llámame por tu nombre cuenta la historia de Elio, el hijo mejor de una familia de intelectuales de un pequeño pueblo de Italia que cada verano acoge estudiantes. Los últimos ganan un techo, la familia, alguien que ayude al padre con los papeles. Aquel año el huésped es Oliver, el chico de 22 años. El libro es la historia de amor que surge entre ambos. Y lo hace con una delicadeza y una inteligencia que puede desarmar, incluso, a todo aquel que no cree que dos personas del mismo sexo puedan enamorarse”.
Uno de los temas más trabajados en la literatura universal, son los amores prohíbidos, esos no tienen edad ni conocen de tiempos pasados o presentes, no caducan, de una manera u otra siempre han sido el tema principal de grandes novelas. En esta ocasión, André ha contado una breve pero intensa relación entre dos personas, dos seres que se cruzan y se enamoran, así de sencilla es la ecuación del amor. Lo hace con elegancia y ternura, ejecuta una descripción del enamoramiento con una melancolía y simpleza que seguro resulta del agrado de un público muy concreto, aunque no quiero decir con ello que no sea para apta para todos los lectores.
El escritor egipcio narra de forma intensa y profunda y para ello utiliza la primera persona, lo que dota al relato de más intensidad y lo hace hondo e intimista. Utiliza continuamente frases cortas e hirientes, con una carga de mensajes emocionales que no pasan desapercibidos a lo largo de la lectura.
En tan solo seis semanas quedan encerrados los sentimientos y la experiencia de ambos protagonistas, sabiendo que su historia de amor cuenta con un final que pondrá el tiempo y el propio autor.
Me ha gustado en general, pero en particular tiene tramos muy densos que frenan el avance de los hechos ralentizando la narración, parece avanzar poco, demasiado poco en momentos donde se despierta la curiosidad por saber más...
Quiero aplaudir las numerosas citas y guiños literarios que hace a filósofos y pintores y a todo un mundo lleno de calidez y serenidad. Lo recomiendo porque no estresa sino todo lo contrario, ayuda a sumergirse en esa sedación que acompaña a las calurosas y largas tardes de verano.

El amor es el único lugar al que vale la pena volver tras el paso de los años”.

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