jueves, 14 de mayo de 2015

La mujer justa, Sádor Marai

Os presento una de las novelas más originales que he leído en los últimos meses. El autor es el escritor Sándor Marai, nacido en Eslovaquia pero de nacionalidad húngara, vivió la nada despreciable cifra de ochenta y nueve años, casi la totalidad del siglo XX. Declarado antifascista y vetado por el comunismo, su vida trascurrió entre Italia y Alemania, sus últimos años los pasó en América, hasta que voluntariamente puso fin a la misma.
Su producción literaria está fuertemente influenciada por los acontecimientos de este siglo tan potente que le tocó vivir. En esta ocasión, “La mujer justa” está ambientada en la caída de Budapest, en 1944 en los círculos de la decadente burguesía; compuesta por tres monólogos que corresponden a los tres personajes que conforman la novela, esta edición de Salamandra reúne por primera vez en castellano las dos primeras partes, publicadas en Hungría en 1941, y la tercera, escrita durante su exilio italiano y añadida a la versión alemana en 1949.
Es un libro a tres voces, reflexivo y maduro que cuenta el triángulo amoroso en tres versiones diferentes, ofreciendo una visión personal e individual de lo que significa el amor para cada uno de los personajes. Uno a uno meditan su experiencia, sin pretensiones moralizantes, con fuerza y creando un auténtico relato psicológico que expone tres maneras de vivir y afrontar los sentimientos.
Los personajes están elegantemente tratados, a través de “su voz propia”, recorremos la autopista de sus vidas y conocemos sus respectivos mundos. Se asiste a tres percepciones “justas” de una misma realidad. La mujer que da título a la novela es la esposa de un burgués, que aporta a la vida de los otros dos personajes, sosiego, felicidad, estabilidad y serenidad en un mundo de deseos y amor.
La estructura de la novela es sencilla, tres bloques con ausencia total de diálogos que no resultan demasiados insufribles, aunque en algunos tramos las reflexiones se hacen agotadoras y carga la narración, perdiendo ritmo y fluidez. Narrada en primera persona, el autor se la cuenta a un amigo que le escucha y acaba creando una atmósfera que da la sensación que los que la leemos somos sus interlocutores, lo hace con un lenguaje sencillo y con naturalidad, sin artificios ni adornos.
Personalmente me gustó la primera más que ninguna, tanto que empaña a las dos restantes. Al comienzo de la tercera resulta repetitiva la historia ya que es lo mismo pero desde otro punto de vista; ahora bien, aborda un repertorio de temas muy variados, la pasión, la traición, el desamor, la soledad, la amistad y las clases sociales; porque Marai hace un retrato detallado de la Europa de Entreguerras, recreándose en el papel de la burguesía y sus convenciones sociales. No es un relato apasionante, ni impactante, pero es intimista y a pesar de su falta de acción la recomiendo por lo mucho que aportan sus reflexiones.
Como curiosidad decir que la figura del escritor está por toda la obra y que esta original forma de compartir “a tres” podía parecer inusual entonces, pero en los días que corren nadie se asusta ya de nada o de casi nada...
Un par de tardes es lo que os llevará descubrir a este especial escritor que creía en la existencia de “la mujer justa”.

Misterios hay muchos, el simple hecho de vivir es uno de ellos. Pero de todos el más profundo quizás es ver como la gente en general vive de espaldas a los misterios, mientras habla con gran autoridad y erudición de las cosas menudas de la vida”.

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