Os presento
una de las novelas más originales que he leído en los últimos
meses. El autor es el escritor Sándor Marai, nacido en Eslovaquia
pero de nacionalidad húngara, vivió la nada despreciable cifra de
ochenta y nueve años, casi la totalidad del siglo XX. Declarado
antifascista y vetado por el comunismo, su vida trascurrió entre
Italia y Alemania, sus últimos años los pasó en América, hasta
que voluntariamente puso fin a la misma.
Su producción
literaria está fuertemente influenciada por los acontecimientos de
este siglo tan potente que le tocó vivir. En esta ocasión, “La
mujer justa” está ambientada en la caída de Budapest, en
1944 en los círculos de la decadente burguesía; compuesta por tres
monólogos que corresponden a los tres personajes que conforman la
novela, esta edición de Salamandra reúne por primera vez en
castellano las dos primeras partes, publicadas en Hungría en 1941, y
la tercera, escrita durante su exilio italiano y añadida a la
versión alemana en 1949.
Es
un libro a tres voces, reflexivo y maduro que cuenta el triángulo
amoroso en tres versiones diferentes, ofreciendo una visión personal
e individual de lo que significa el amor para cada uno de los
personajes. Uno a uno meditan su experiencia, sin pretensiones
moralizantes, con fuerza y creando un auténtico relato psicológico
que expone tres maneras de vivir y afrontar los sentimientos.
Los
personajes están elegantemente tratados, a través de “su
voz propia”,
recorremos la autopista de sus vidas y conocemos sus respectivos
mundos. Se asiste a tres percepciones “justas”
de
una misma realidad. La mujer que da título a la novela es la esposa
de un burgués, que aporta a la vida de los otros dos personajes,
sosiego, felicidad, estabilidad y serenidad en un mundo de deseos y
amor.
La
estructura de la novela es sencilla, tres bloques con ausencia total
de diálogos que no resultan demasiados insufribles, aunque en
algunos tramos las reflexiones se hacen agotadoras y carga la
narración, perdiendo ritmo y fluidez. Narrada en primera persona, el
autor se la cuenta a un amigo que le escucha y acaba creando una
atmósfera que da la sensación que los que la leemos somos sus
interlocutores, lo hace con un lenguaje sencillo y con naturalidad,
sin artificios ni adornos.
Personalmente
me gustó la primera más que ninguna, tanto que empaña a las dos
restantes. Al comienzo de la tercera resulta repetitiva la historia
ya que es lo mismo pero desde otro punto de vista; ahora bien, aborda
un repertorio de temas muy variados, la pasión, la traición, el
desamor, la soledad, la amistad y las clases sociales; porque Marai
hace un retrato detallado de la Europa de Entreguerras, recreándose
en el papel de la burguesía y sus convenciones sociales. No es un
relato apasionante, ni impactante, pero es intimista y a pesar de su
falta de acción la recomiendo por lo mucho que aportan sus
reflexiones.
Como
curiosidad decir que la figura del escritor está por toda la obra y
que esta original forma de compartir “a tres” podía parecer
inusual entonces, pero en los días que corren nadie se asusta ya de
nada o de casi nada...
Un
par de tardes es lo que os llevará descubrir a este especial
escritor que creía en la existencia de “la
mujer justa”.
“Misterios
hay muchos, el simple hecho de vivir es uno de ellos. Pero de todos
el más profundo quizás es ver como la gente en general vive de
espaldas a los misterios, mientras habla con gran autoridad y
erudición de las cosas menudas de la vida”.
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