Cuando
me detuve ante este libro, no pude por menos que tararear aquella
canción del guapetón de Lorenzo Santamaría,”Para que no me
olvides” y con esa melodía leí el argumento de la
misma... aunque no suelo leer novelas de género romántico, sí que
es cierto que no es la primera vez que elijo a Marcela Serrano y sus
relatos, de los que sin duda siempre aprendo algo y disfruto mucho.
Aunque
se encuadre en este género no se ajusta a los tópicos del mismo,
más bien es un exponente de la narrativa hispanoamericana actual; de
hecho no es el amor el eje alrededor del que gira la trama, es la
enfermedad, la vida, la supervivencia y otros desafíos que dejan
atrás lo puramente “amoroso” de este tipo de
novelas.
Os
cuento algo de la sinopsis; Blanca, Victoria y Sofía son tres amigas
inseparables que comparten sus vidas y su tiempo con relativa
frecuencia; durante un fin de semana, Blanca que disfruta de una
tarde de sol sufre un accidente cerebral, que deriva en una afasia
que
impide al cerebro articular el lenguaje, no puede ni leer ni hablar,
aunque sí puede entender lo que le sucede. De este modo esta mujer
madura y hasta ahora feliz, comienza a recordar su pasado y la
historia es contada en primera y tercera persona, mediante
flash-backs de la protagonista. Su vida y la de sus amigas se van
intercalando en la narración; gracias a este repaso, la autora
recompone la acuarela de vivencias de esta mujer que tras finalizar
su viaje de recuerdos decide poner fin a su existencia.
El
argumento destaca por ser una historia repleta de mujeres y de un
muestrario de experiencias del mundo femenino. Para ello las tres se encargarán de mostrarnos tres maneras muy diferentes de encarar
la vida a través de sus vivencias; con ello, Marcela nos invita a
una reflexión acerca de la condición humana y especialmente de la
condición femenina.
Aparentemente
puede parecer una historia desgarradora y poco atractiva, pero se
ajusta a la realidad cotidiana en la vivimos y aborda el conflicto
emocional que deben padecer aquellos, que a causa de una enfermedad y
conscientes de lo que les rodea, son incapaces de comunicarse,
condenados a un aislamiento injusto y cruel.
La
estructura es sencilla, dividida en tres partes que a su vez se
presentan en capítulos; dosificación de prosa y diálogos muy bien administrados, por lo que la lectura es amena y fluida. Solamente tengo
un inconveniente con Marcela Serrano y es la profusión de términos
latinos que desconozco sus significados y sin querer me llevan a
quedarme fuera de juego en alguna que otra ocasión.
Me
ha gustado, porque resulta muy tierna sin llegar a ser compasiva, la
forma de manifestar la agonía de Blanca y lo bien que expone lo
espantoso de la “soledad” en
compañía, el poder de los recuerdos y el valor de la amistad;
además de no escatimar en tratar temas como la familia, el sexo, la
infidelidad, el matrimonio o la libertad... siempre desde la óptica
femenina.
No
es extraño en la autora bucear en el universo de la mujer, ni el
privarse de poner al desnudo la intimidad de su alma, ya lo ha hecho
en otras obras como “Diez Mujeres” y
“Lo que está en mi corazón”,
lo mismo que hacer un guiño a los momentos de la Historia de Chile
que marcaron ese duro paso de la dictadura a la democracia.
La recomiendo
como lectura de transición entre novelas de peso, para
disfrutar de la literatura hispanoamericana y para conocer muchas
cosas de nuestra condición femenina que seguro aún estamos por
descubrir.
“Que
fácil es ser buena, cuando la vida es buena con una”
“Las
palabras son mis ojos, también son escrituras, y en este mismo
instante espero que alguien me esté deletreando”.