viernes, 19 de septiembre de 2014

El secreto de Maribárbola, María Teresa Álvarez


Que todos tenemos secretos es una afirmación que no deja lugar a dudas. Nuestra vida los acumula sin ningún plan preconcebido, los alimenta y se hacen viejos con nosotros; luego el día menos pensado dejan de serlos y sin aviso se escapan de sus baúles, unas veces somos nosotros mismos quienes destapamos el arcón y otras nos los abren sin permiso... lo cierto es que hay que volver a llenar lo que se quedó vacío, fabricarlos, buscarlos y colocarlos en un lugar seguro para recrearnos en el misterio de su intimidad.
María Teresa Álvarez nos habla en su novela del secreto de Maribárbola, la enana del cuadro de “Las Meninas” de Velázquez, que mira desafiante al espectador con gesto serio y sin pudor; personaje que vivió en el Álcazar formando parte de la corte de Felipe IV y reconocida en esta pintura tras el estudio de una de las obras más significativas de la producción de este grandioso pintor.
Arte e historia se mezclan en esta novela de poder, intrigas palaciegas, amores prohibidos, relaciones sociales y misterio que giran alrededor del secreto inconfesable de una familia noble de la época y cuyo conocimiento depararía consecuencias dolorosas y funestas.
Trescientas treinta y seis páginas que se leen fácilmente por la sencillez de su argumento y que aporta al lector unos conocimientos acerca de la época de una España que marcó un estilo social dentro del siglo XVII, reflejo del declive de todo un imperio y la decadencia de una monarquía venida a menos.
La trama está inspirada en el propio cuadro con personajes de ficción pero con una documentación rigurosa, el marco histórico está muy bien representado a través de esa sociedad de arraigadas costumbres y falsa moral de un siglo altamente decadente. Los enanos eran personajes de los que habitualmente se rodeaban los reyes españoles, la corte llegó a contar con más de cuarenta conviviendo al mismo tiempo y relegados a funciones muy concretas dentro de la misma.
Maribárbola fue uno de ellos. Considerada una mujer de gran inteligencia, la novela le atribuye su enanismo solo en apariencia ya que su capacidad de acción nada tenía que ver con su menguada talla. Estuvo muy cercana a la infanta María Teresa con quien se encariñó y a la que se le vinculó mientras permaneció en palacio. Formó parte del extraordinario lienzo porque frecuentaba el taller del pintor y su personalidad se deja sentir por su actitud al posar  que no dejó indiferente a los que contemplaron la obra.
Cuentan que estaba dispuesta a pactar con el diablo si de ello dependía el abandonar su cuerpo deforme que tan infeliz le hacia. Conocedora de un secreto que podría hundir a una familia de nobles españoles, la trama se pasea por el Madrid de la época y por la capital italiana, y en la posibilidad de destapar el misterio a través de cartas y confesiones que obran en su poder. Siempre que ella lo decida, el enigma estará seguro en sus manos evidenciando el poder que en algunas ocasiones tenían estos personajes cortesanos.
Ser enano y vivir en el Álcazar era casi un privilegio, no se llegaba allí de forma accidental, sólo unos pocos gozaban de esa suerte; suerte siempre ligada a la obligación de soportar burlas y vejaciones en una vida tirana al servicio del espionaje y la confidencia. Utilizados para estar en sitios estratégicos y pasear “secretos” de aquellos que rodeaban a los reyes más inútiles de la monarquía española. Partiendo de esta realidad histórica nuestra autora ha escrito un relato cargado de misterio, enigma y humanidad, en un reconocimiento hacia estos seres “afortunados” de un destino cruel y marcado desde su nacimiento hasta su muerte por aquello que se consideraban sus únicos dueños.
Recomiendo su lectura por ser a pesar de su crudeza muy ilustrativa de una época de la que mejor avergonzarnos que enorgullecernos, por aportar muchos datos acerca del papel de estas víctimas de las miserias reales, de sus atrevimientos y valorar que el tiempo ha mejorado esta actitud indecente de la sociedad; he buceado en Internet para saber más de los enanos de la corte de FelipeIV, os invito a que lo hagáis, descubriréis las razones rastreras que llevaban a los monarcas a sentirse más reconocidos cuando estas “diminutas” personas estaban a sus veras... no deja indiferente a nadie. La condición del hombre es un misterio que no un secreto y su capacidad de lastimar es sólo comparable a su poder para hacerlo. Os resultará interesante.

Cuando desciende el sol de la cultura, hasta los enanos proyectan grandes sombras”.

viernes, 12 de septiembre de 2014

El balcón en invierno, Luis Landero

Me detuve ante esta obra de arte de la fotografía, para contemplar su belleza y recrearme en todo lo que me trasmitía. Ese fue el motivo principal para ojear otra novela más, de uno de los escritores extremeños que más me hacen disfrutar de la lectura. Ternura, cariño y admiración .. nuestros mayores son una de las riquezas más universales de la humanidad; la sabiduría que nos aportan no se encuentra en ningún otro lugar conocido, de manera que un “aplauso” por la elección de tan maravillosa portada y una “ola” por el contenido de sus páginas, que una vez más me confirman la grandeza de Luis Landero y su particular manera de escribir.
Hay que reconocer que un balcón en invierno es poco recomendable, pero hay que admitir que en cualquier otra fecha del calendario, el goce y entretenimiento está asegurado; es la vía de escape para salir al exterior sin abandonar nuestro interior más inmediato. Es un poco el planteamiento que el autor hace en la novela, su balcón le garantiza asomarse a la vida sin poner en riesgo su pasado y su presente.
De carácter autobiográfico, nos plasma un repertorio de recuerdos y realidades que le sirven como protesta a la saturación de ficciones de las que se siente en franco rechazo. Si tenemos una realidad que contar no hay necesidad de recurrir a la imaginación, a la fantasía... es la renuncia de ficción en pro de esa realidad personal e íntima que necesita exponer en el desnudo más atrevido literariamente hablando que nunca pensó ejecutar.
El balcón en invierno” comienza cuando se pone fin a una novela sobre un jubilado que transita con un revólver; hastiado de tanto “más de lo mismo”, hace un giro atrevido y extremo y decide escribir los pasajes de su vida en tono autobiográfico, recorriendo los momentos más inolvidables de su vida, partiendo de un recuerdo relacionado con otra salida a otro balcón en otro momento y junto a la que fuera su madre, tras la pérdida repentina e inesperada de su padre.
Tal como es habitual en Landero en tan sólo doscientas cuarenta y cinco páginas se pueden contar más de media vida sin necesidad de abrumar y bajo la invitación a la lectura calmada, sosegada y placentera.
Ni que decir que lo personal marca toda la narración de una infancia en una familia de labradores de Extremadura y una adolescencia en un barrio obrero madrileño de nombre “Prosperidad”; las alusiones a sus raíces campesinas son un clásico en este escritor, admirador de un tiempo pasado y empeñado en rescatar sentimentalmente una geografía, unos paisajes, unas costumbres, unos oficios, lazos familiares, compromisos vitales; todo a base de recopilar sus vivencias, fantasías, recuerdos y añoranzas, bajo la lupa de la melancolía y la nostalgia. Sin duda es la fotografía de un país y una época que le tocó vivir; la posguerra española, de agradecer que sus alusiones aparezcan con cuenta gotas, por supuesto se entienden sus verdades encadenadas en este escenario que formó parte de su “existir” y del que se considera parte.
Para los que frecuentamos a Luis, la novela ha permitido conocer la fuente de inspiración de muchos de los personajes que aparecen en obras anteriores. Escrito con saltos imprevistos en el tiempo y en lugares sin orden pero con una mimada ubicación. Llama la atención sus referencias al descubrimiento de las letras por un niño en un mundo donde no había libros ni se sabía leer.
Confieso que al principio me desilusionó porque le encontré muchos parecidos con una novela de Perozo titulada “Rosas para Gabriela”, pero tras pocas páginas valoré la posibilidad de aprovechar la oportunidad de sentirme nuevamente identificada con “cosas” del pasado que me suenan de haberlas vivido, y más si las contaba el “Landero” como si de una diapositiva de la vida de las gentes se tratara.
Os recomiendo su lectura sin urgencias, no la necesita, en una tarde ante una buena infusión y en un tranquilo rincón os asomaréis al balcón de la vida de este escritor que bien podíamos ser “cualquiera de nosotros”.

En cada frase en cada instante, en cada suspiro, en cada pequeño acontecer, lo trivial y lo misterioso van a partes iguales. Eso es todo y no hay más que contar. Un grano de alegría, un mar de olvido”.

lunes, 8 de septiembre de 2014

El jardín de Dachau, Ellen Marie Wiseman

Hay momentos en los que sin querer, todo lo que encuentras como novedades literarias giran entorno a un tema que agotan hasta la saciedad y por más que busques, nada de nada, todos acaban abordando una temática de la que huyes y que irremediablemente te acaba atrapando. La parte positiva es que a pesar del tema “estrella” las formas de tratarlo y los argumentos que pueden generarse alrededor del mismo, suelen ser diferentes y originales por lo que en definitiva terminas dando por buena la elección de una obra que en sus primeros momentos condenamos sin razones a la hoguera de los “libros rechazados”.
Ese fue el caso de la novela de Ellen Marie Wieseman, aunque la palabra jardín y Dachau fueran bastante difíciles de congeniar, ella, partiendo de sus raíces familiares y bajo la inspiración de las experiencias de su madre, crea una novela donde los horrores de los campos de concentración pasan a un segundo plano, empañados por el desarrollo de una auténtica historia de amor en el más duro de los escenarios de la vida de sus protagonistas.
No puedo escribir la reseña sin detenerme en la portada; una alambrada divide la ilustración, un brazo con una numeración y un nombre que integra la lista de los lugares más terroríficos de la historia de la humanidad; creo que de no haber puesto el título se podría imaginar. Eso es lo que me hizo echarla hacia un lado y tenerla castigada un tiempo en “la lista de pendientes”, pero en el fondo me parecía de una belleza y elegancia como pocas he visto.
Imagino que estaréis pensando que toda la narración se pasea por esos escenarios dantescos, pues no, por una vez es gratificante identificar marcos diferentes a lo largo de la trama, eso le proporciona agilidad y belleza a la historia entre Christie e Isaac y garantiza no abandonar de un golpe el libro.
Con un argumento sencillo la autora narra la relación amorosa entre dos adolescentes que tienen que hacer frente a todas las adversidades fruto de binomios sociales, familiares, raciales, religiosos y políticos que marcaron una etapa de la Historia de Europa. Ese punto de partida engancha porque es la primera vez que leo un relato donde se deja ver el sentimiento del pueblo alemán que no vestía de uniforme, que no mandaba, que sufría hambre y que padeció una guerra en sus propias familias, en sus casas, en sus vidas y de las que poco hemos sabido o por las que menos nos hemos interesado.
Hablar de víctimas de la violencia nazi es hablar de genocidio judío, de campos de concentración, de cámaras de gas, de exterminio y muerte; pero Ellen Marie nos muestra la pobreza, la miseria, los reclutamientos forzados, asesinatos indiscriminados, expolio, robos, violaciones y otras desgracias a las que no fueron ajenas los alemanes y que sufrieron en nombre de uno de los personajes más impactantes del siglo XX, Adolf Hitler.
Por las pupilas de Christie conocemos todo esto y más, pero aún en los momentos de máxima crueldad, la autora dosifica el drama y canaliza el dolor desviando la atención hacia los valores reflejados en su novela: amistad, valentía, superación y esperanza en un futuro que pusiera fin a tanto horror.
Dividida en treinta y ocho capítulos de extensión moderada que facilita la lectura rápida, escrita con un ritmo muy bien marcado ayudándose de diálogos continuos que hacen avanzar progresivamente la obra hacia el desenlace final, destacando una dificultad que es la profusión de términos alemanes que dificulta en toda la obra la comprensión de ciertos localismos y que sin querer te hacen perder el hilo de lo narrado.
No me va a mi mucho el género romántico pero la mezcla con el tema histórico y la excelente ambientación de los hechos me hacen reconocer que he disfrutado bastante, porque de vez en cuando hay que ponerse “tierna” y asumir que en aquellas miles de historias de dolor debieron existir amores imposibles, sonrisas cómplices y guiños a hurtadillas que aportaron oxígeno a tan asfixiante destino.
Quiero sacar mi vena de profe de Historia y recordar que las sanciones dictadas hacia la vencida Alemania de la Primera Guerra Mundial, fueron las grandes responsables del resentimiento de un pueblo castigado y desmilitarizado, arruinado y señalado como único causante del conflicto. La pregunta sería ¿cómo se sintieron los alemanes con una condena como esta?. Jamás asumieron las imposiciones internacionales y arrastrar el sentimiento colectivo de culpabilidad provocó que afloraran en ellos odios y rencores imposibles de controlar y menos tras la aparición de fuerzas y lideres como los que parió décadas después la Gran Alemania Hitleriana.
Bonito acto de reflexión al que invita la escritora y original visión del trillado tema mundial.

Combatirse a si mismo es la guerra más difícil; vencerse a sí mismo es la victoria más bella”.