Uno
más de Isabel Allende terminado. No voy a poner puntos suspensivos
que mi tutor se pregunta a qué responde esa debilidad por “los
puntos”, no había caído hasta ahora pero a lo mejor es por la
cantidad de “puntos” que yo misma llevo en mis carnes serranas.
Bromas
aparte y sin mencionar los consejos de “Mi Candi” que luego todo
se sabe; me encuentro en un gran dilema a la hora de hacer una reseña
acerca de la última creación de una de las escritoras que mejores
ratos me han hecho pasar leyendo y que nunca me ha decepcionado.
Alguna vez tenía que ser la primera...
Conozco
la costumbre de la escritora de comenzar un libro todos los años el
día de “Reyes”, lo ha contado en entrevistas y claro yo estaba
esperando el lanzamiento de la novela porque ya tocaba. Nada más
verlo en las librerías me dispuse a colocarlo en la lista de
prioridades con el entusiasmo con el que siempre recibo yo a los
“hijos de Allende” y que pereza tener que mostrar mi desilusión
y desencanto por la misma. Estoy “pez” en el tema de los juegos
de rol de manera que ese trasfondo no lo puedo criticar, lo que sí
puedo valorar es la estructura que elige para la novela, la temática,
el género, la trama y el desenlace.
Las
primeras líneas del libro te enganchan y te frotas las manos
emocionada sabiendo que vas a disfrutar mucho, porque un inicio así
sólo puede deparar una gran historia con un final de iguales o
semejantes características. Puede que esas expectativas hayan
contribuido a mi desencanto.
En un intento por desvelar una serie de
asesinatos en la ciudad de San Francisco y bajo los rasgos de la
novela policíaca o negra; la autora despliega una trama donde el
vaticinio de dichas muertes por parte de una astróloga pasa a
segundo plano ensombrecido por la “allendista” manía de otorgar
a los personajes un papel estelar que arruina el contenido de la
trama, su desarrollo y final. Creo que si lo hubiera leído sin saber
su autor lo habría descubierto porque es fiel a su estilo, lo que me
obliga a decir que la he terminado porque era ella, de no ser así
tal vez la hubiera abandonado.
Cuatrocientas
ochenta páginas para describir minuciosamente personajes que se
incorporan en cualquier momento a la narración y de los que nos
cuenta absolutamente todo de su vida pasada, presente y futura;
podría decirse que es una novela de “Historias de personajes” y
tras doscientas páginas siguiendo este modus operandi, recupera los
asesinatos y a los frikis que llevan una investigación que “ríete
tú de la CIA”.
A
medida que avanzaba hacia el final, el que descubrí ante de lo que
yo pensaba, me venían a la cabeza novelas suecas y películas
trilladas de televisión que le restaban emoción y originalidad.
Francamente esperaba otra cosa y repetir que el desfile de
participantes en la novela, bien relacionados, y sus descripciones, te
plantea el interrogante de si la autora no “rellena” en exceso
sus novelas en un intento de hacerlas grandes en páginas y pequeñas
en contenido. Mejor que cambie el “rol” y nos deleite con más
calidad y menos cantidad.
Siento
decir que no es el género para ser trabajado por ella, aunque las
connotaciones de sagas familiares están presentes, abuelo, hija,
yerno, nieta, madrinas y … (ahora tocaban puntos). No obstante a
los fieles lectores de Isabel les gustará, la considerarán valiente
por haber coqueteado con la novela negra, por sus cambios de
registros que le alejan de lo estrictamente familiar y evocaciones de
recuerdos; pero confieso que en determinados momentos del libro
pasaba las hojas muy ligera porque sabía que no me perdía gran cosa
y en las lecturas que suelo elegir me gusta recrearme y disfrutarlas
al máximo.
Al
comentarla no tengo por menos que recordar a María Dueñas y su
“Misión olvido”, claro que en este caso la producción literaria
no permite comparación.
Para
finalizar comentaros que los adolescentes que participan en el juego
padecen todos serios problemas físicos, psíquicos, emocionales,
afectivos y de habilidades sociales; vamos lo que yo digo frikis,
porque no me creo que sean todos así y luego extremadamente
inteligentes... eso en mi instituto no pasa; todos muy sanitos pero
de inteligencia “cortitos” (la tienen reservada para otras
cosas).
“Daría
todo lo que se por la mitad de lo que ignoro”.
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