sábado, 20 de octubre de 2012

La delicadeza, David Foenkinos

La Delicadeza es uno de esos libros que sorprendentemente todo el mundo en el momento en el que deseas recomendarlo ya ha leído. Tienes la sensación de ser él quien te busca y encuentra para aliviar un momento concreto de la vida. En lo referente a mi, apareció para consolarme de un año muy duro, con experiencias que te marcan para siempre y que desgraciadamente has tenido que vivir sin haberlo podido evitar.
Es una novela de una sencillez abrumadora que cuenta una historia que le puede pasar a cualquiera, es realidad en estado puro, cada pasaje del libro te es familiar, se podría decir que parece “escrito para la ocasión”.
Al igual que la protagonista, Nathalie, nuestras vidas pasan de ser afortunadas a desafortunadas en décimas de segundos. Cuando hice el comentario lo inauguré con estas palabras: “La vida tiene puertas que la alegría abre, y la muerte puños para llamar a ellas. Si no abres, insiste y en último extremo entra sin permiso, se cuela.... en ese instante, todo cambia y sus efectos son devastadores”. Cuando se escribe esto, es reflejo de un año desgraciado en todos los sentidos; grandes e irreparables pérdidas de amigos y seres queridos llegaron a mi vida abandonándome demasiado pronto y sumiéndome en un mar de dolor y confusión... un auténtico tsunami de emociones, rabia y desconsuelo.
La historia de Natahalie, aunque terrible en sus inicios, se convierte en una lección de superación, de esperanza, de fórmulas para enfrentarse al pasado y prepararse para el futuro... es el bálsamo de “la segunda oportunidad”, es la demostración de la capacidad para “reinventarse” incluso desde los umbrales de la amargura, para alcanzar nuevamente la alegría que un día se marchó sin avisar.
El autor confecciona una magistral obra de “rescate” donde Nathalie se deja llevar y con soberbia ternura y elegancia, aborda el cruel drama de la muerte, descargándola de las connotaciones de angustia de las primeras páginas, para llevarnos dulce y melodiosamente, al sosiego y la paz con la que termina esta genial obra de arte.
No he encontrado a nadie a quien haya dejado indiferente "La Delicadeza" o no le esté agradecido al autor, a su relato y al sentido extraído del placer de haberlo leído. Simplemente grandiosa, inolvidable y conmovedora.

La vida es una obra de teatro que no permite ensayos... por eso, canta, ríe, disfruta, comparte tus buenos ratos, ama sin medida y vive intensamente cada momento de la misma, antes que el telón baje y la obra finalice”.

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