Lo
más emocionante para mi fue sin duda alguna la portada del libro,
qué más se puede pedir, unos niños recostados en el escaparate de
una librería...”para poner los pelos como escarpias”,
es una imagen tan antigua que no recuerdo haberla visto en los
últimos años, al menos no de seis en seis.
Evocador
título para una novela de gran sencillez y buenas dosis de ternura
en un trasfondo al que no le falta drama y añoranza.
Un
argumento que gira alrededor del papel que juega la lectura en las
vidas de los que la hacen imprescindibles en su existencia. Ligera de
personajes, tres en total, resultan suficiente para relatar las
experiencias de dos mujeres, Alice y Lola quien junto a su marido
Matías van a dar forma a la narración de acontecimientos cargados
de recuerdos, amores, miseria, guerra, lujo y continuas alusiones al
amor. Ambientada en el Madrid de la posguerra y teniendo como
escenario la librería que regentan el matrimonio, hábilmente se
teje una historia en la que se entrecruzan vidas muy distintas
protagonizadas por mujeres muy diferentes a las que le une su pasión
por desentrañar el contenido de una novela; es “una novela
dentro de otra novela”.
Cuatrocientas páginas que se leen
fácilmente, con tranquilidad sin sobresaltos ni momentos de
angustias, repletas de enigmas, secretos inconfesados y continuas
alusiones a la vida antes y después de la guerra. Lo más
significativo del libro ha sido encontrarme con un relato que se
aleja de todo los ingredientes típicos de las novelas de posguerra,
se siente, está presente, pero el conflicto por una vez no obtiene
el papel protagonista; la amistad, las vidas entrecruzadas y el
potencial de los personajes extraordinariamente definidos se
convierten junto con los “libros” en el epicentro de la obra.
Destacar que no tiene un público
concreto y que podría encuadrarse en las novelas que se convierten
en un homenaje a la mujer y a su lucha en la Historia.
Todos en algún momento hemos
sentido que nuestras vidas han dejado de ser nuestras porque en el
fondo nunca nos pertenecieron. Habrá que poner remedio ahora que
estamos a tiempo... para finalizar mis puntos.
“El
momento elegido por el azar vale siempre más que el elegido por
nosotros mismos”.