Segunda novela de Susana Martín y su inspectora Camino Vargas protagonizando las investigaciones de unos asesinatos brutales que dan forma a este thriller de ritmo vertiginoso e impactante. Al igual que el anterior “Progenie”, se lee a la misma velocidad que transcurren los hechos, de ahí que una de las ventajas de este tipo de lectura sea el entretenimiento y lo asequible que resulta a todos los públicos
“Es verano en
Sevilla. La inspectora Camino Vargas sigue de jefa de Homicidios. Paco Arenas,
su mentor y amor secreto, está de baja y ella no tiene ganas de liderar a su
equipo y menos aún de formar a la joven agente Evita Gallego. Cuando los
cuerpos de un hombre desollado, de otro molido a palos y de otro inflado de
comida hasta reventar aparecen abandonados en lugares emblemáticos de la
ciudad, los indicios apuntan a un misterioso asesino en serie. Solo Gallego
sabrá leer en los cadáveres el macabro mensaje y acompañar a Camino en una
nueva bajada a los infiernos”.
Ya nos es familiar la presencia de la inspectora
Camino Vargas y su equipo. La acción comienza un seis de octubre en una Sevilla
inusualmente calurosa y se desarrolla en ocho días, en los que, entre el
descubrimiento de unos cadáveres, la investigación que esto conlleva y el
desarrollo y definición de todo ello, obliga a una jornada sin posibilidad de descanso, algo que transmite
Susana con el ritmo frenético de la narración.
Es un relato al que
no le falta de nada; poca
empatía de la protagonista con sus compañeros, las relaciones entre estos,
pequeñas envidias entre todos ellos y las relaciones personales de cada uno en
su ámbito familiar, todo contribuye a dar respuestas a las expectativas creadas
ante una novela de este género.
Escritura desenfadada, abierta y desinhibida que su
predecesora, poniendo especial énfasis y apoyándose en sus personajes de los
que ya dijimos que eran cercanos, personas normales y vulnerables que ven como
sus vidas se ven trastocadas por unas circunstancias absolutamente anormales.
Porque anormal es lo que sucede
en Sevilla ese domingo día seis. Tres muertos en 24 horas. Tres asesinatos
crueles, con ensañamiento. El equipo de Camino Vargas se encuentra ante el caso
más difícil desde que se creó el grupo y una vez más la autora acierta con la
exposición de un argumento bien trazado y cerrado.
Relaciona los crímenes con el maltrato animal en
todas sus vertientes, tanto en alimentación y consumo como investigación médica
y farmacéutica y al que más de uno define como la antesala de la violencia, la
autora no evita un tema tan sensible, es más, entra a fondo en él con tanto
detalle que a más de uno le hará saltarse alguna línea. Se recrea en las
descripciones, como si quisiera con ello no solo dar al relato mayor
verosimilitud sino levantar ampollas denunciando explícitamente prácticas que
rozan lo criminal.
La historia está repleta de acción,
suspense y situaciones límite que se van sucediendo sin pausa buscando y
consiguiendo un relato muy entretenido y que, al igual que su anterior obra, tras
un despegue pegamento, se lee rápido gracias a las dosis de intriga, toques de
comedia y cargas de denuncia social que no dejan indiferente a nadie.
Si tuviera que recomendarla diría que es una novela
policial y amena, con una trama adictiva, que aborda un tema controvertido y que
garantiza unas horas de entretenimiento. Os gustará.
“Estoy convencido que ninguna riqueza de este mundo puede
ayudar al progreso de la Humanidad. El mundo necesita paz permanente y buena
voluntad perdurable”.