Tuve
noticias de esta obra a través de un programa de radio, sin dudarlo presentí lo
mucho que iba a disfrutar de ella y con una suerte que todavía celebro, la
encontré en la biblioteca; he intentado comprar un ejemplar para volver a leer
pasajes que me han arrebatado el alma, pero no la he encontrado, sigo
intentándolo, porque hay libros que no pueden faltar en un hogar donde la
lectura juegue un papel tan importante como es el mío, de manera que persistiré
en el intento hasta lograrlo.
“El 25 de agosto de 1987 Héctor Abad Gómez, médico
y activista en pro de los derechos humanos, es asesinado en Medellín por los
paramilitares”.
En esa brutal frase queda condensado el detonante y
la motivación que ha llevado a Héctor Abad Faciolince, a escribir la biografía
novelada de su padre. Una reconstrucción a modo de relato sobre la familia de
este médico, profesor universitario y luchador de los más desfavorecidos en la
Colombia de los últimos cincuenta años.
Cuando encuentro este tipo de lectura donde los
recuerdos son los verdaderos hilos que van tejiendo una historia, admiro la
serenidad con la que el escritor se desnuda y muestra sus vivencias, su pasado,
sus emociones y sentimientos hasta llegar a emocionar y sentir lo contado.
Héctor ha hecho de la vida de un padre ejemplar, un lienzo de recuerdos con
retazos de momentos felices y crueles, sin dejar de lado la desgarradora
situación que asolaba a Colombia y el papel que la violencia jugó cerca de su
progenitor, hasta arrebatarle la vida.
No cuestiono la calidad narrativa, escrito en
términos coloquiales, no está exento de pasajes algo dilatados que se recrean a
veces en exceso en situaciones que empañan la belleza del relato, pero que
rápidamente regresa al estilo sencillo y ameno que provoca un caudal de
emociones compartidas con este autor colombiano.
Casi trescientas páginas editadas en 2006 para
homenajear a un padre que para Héctor fue “diferente”, que para sus alumnos fue
“único” y que para el pueblo “inolvidable”. Un hombre que murió con 65 años a
manos de dos sicarios en 1987, por buscar incansablemente la paz, la justicia,
la tolerancia y el amor. Como personaje me era totalmente desconocido y la
construcción que de él hace su hijo es un homenaje escrito con el corazón, a
veces triste y en otras ocasiones plagado de momentos felices, una montaña rusa
de emociones que retrata la vida de una familia como la de Héctor Abad.
Su lectura es para disfrutarla, cuenta con momentos
lentos que llega a desilusionar pero sin perder interés; lo más profundo es
reconocer que es un relato que humaniza y te hace reflexionar acerca del
proceso de pérdida que atraviesan las sociedades donde la muerte se vuelve
cotidiana e irracional.
Recomendado porque lo tiene todo, ternura, belleza,
sencillez, personajes secundarios que viven las adversidades y bonanzas de
maneras bien distintas y no por ello el autor se olvida de compartirlas,
momentos crueles e injusticias narradas desde los ojos de un adolescente que se
enfrentó a la muerte de su “padre maravilloso”…, terminar diciendo que el
título responde al epitafio que reza en su sepultura, “Ya somos el olvido que
seremos”. Os gustará.
“La vida
es una herida absurda, pero la vida no tiene cura”.
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