Y
entonces llegó agosto, el mes de “las calores” y sucedió algo
maravillo, terminé un libro y elegí otro... y le tocó a esta
pequeña novela que encontré de manera accidental y que vino a
sustituir a otra que buscaba desesperadamente y que días después
encontré.
En
algún momento de nuestras vidas nos ha ocurrido “algo
maravilloso”, cada cual que piense su momento, yo
personalmente tengo más de uno, pero eso me lo reservo que no lo voy
a destapar todo de mi vida. Esas temperaturas y mi regreso del viaje
de vacaciones me “dejaron caer” en las páginas de este relato
enternecedor y que me ayudó a ocupar unos días de lectura
tranquilos y sin grandes emociones, pero feliz por haberlo
encontrado.
Su
autora nos cuenta una historia de libros, editoriales, libreros y
editoras que al final giran en una lavadora de situaciones que acaban
trayendo al mundo “algo maravilloso”. Cuenta con
muchos ingredientes para no despreciar la narración que en todo
momento hace Brianda, la protagonista desempleada, fracasada y presa
de la desesperación por un futuro incierto tras ser despedida de su
trabajo, viéndose obligada a romper con lo establecido y
reinventarse al tiempo que emprende una huida repentina hacia lo
desconocido. El resume cuenta bastante el contenido del libro, pero
al leerlo te sumerge en una paz que te engancha arropada por una
mezcla de fantasía y realidad que acaba agradándote sin querer
llegar irremediablemente al final.
Se
disfruta de la lectura porque el tema principal son los libros y eso
a los lectores “les mola”... se diría que es un pequeño
homenaje a todas y cada una de las novelas que nombra en el mismo y
que dan cuerpo a la historia. Los Hermanos Grimm, Hans Christian
Andersen, Mark Twain, Cervantes o Edgar Allan Poe; desfilan a lo
largo de las páginas en breves referencias literarias, frases,
alusiones a personajes de estos autores, todo con la finalidad de
compactar el sentido de la historia.
Perfectamente
ambientada en un pueblo imaginario dentro de la Ruta de Peregrinación
del Camino de Santiago; castillo medieval, bosques, vieja librería y
pueblo de montaña bien descrito ayuda al lector a situar lo narrado.
Personajes que transitan ese camino aportan sus historias y junto con
las vividas por Brianda acaban en páginas repletas de aventuras,
experiencias propias y ajenas que nos son familiares y que podríamos
haber vivido en cualquier momento de nuestra vida.
El
papel estelar se lo concede la narradora a los libros, ellos le han
salvado siempre de los malos momentos, han sido la baliza para no
salirse del camino correcto, en ellos confía porque nunca le han
fallado...Es una historia en la que además de los libros aparece una
galería de personajes que configuran una trama y una subtrama con
misterio por resolver incluido.
Me
pareció bonito por la actitud que la escritora otorga a Brianda, la
valentía y el coraje para enfrentarse al desafío del cambio, algo
que tanto nos asusta tras años de quietud y ausencia de
incertidumbre. Puede ayudar para salir de dudas ante situaciones
imprevistas y de urgente solución y en especial por si no estamos
destinados a que nos ocurra “algo maravilloso”.
No
llega a encuadrarse en la novela romántica porque existen otros
ingredientes que lo evitan intencionadamente... de lenguaje sencillo
y directo, estructurada en capítulos con títulos alusivos a lo que
narrará la protagonista, garantiza unos días de sosiego delante de
lo maravilloso del acto de leer.
“Para
entender la vida hay que mirar hacia atrás, pero para vivir la vida
hay que mirar hacia delante".