Que
portada tan cálida y sencilla, la verdad es que se podría tratar de
una mesita y jarrón de IKEA con fondo marino estrellita de mar
incluida... El título me llamó la atención más que la portada y
en especial por la poca relación que ambos detalles tenían; el caso
es que en un viaje a Madrid me traje en mi libreta donde todo lo
apunto la propuesta de esta novela que me provocó cierta curiosidad
y que no me arrepiento de haberla leído.
Su
autora es de nombre Elin y de apellido algo alemán y complejo, pero
a la hora de narrar esa complicación se disipa y nos presenta una
novela de gran sencillez para disfrutar un par de días de una
lectura que te provoca sensibilidad y grandes dosis de gratitud para
quien te ha logrado arrancar alguna que otra lagrimita
incontrolada...
Para
narrar la novela la autora se vale de un marco reducido en todos los
aspectos; una isla, veinticuatro horas y el ambiente gastronómico de
fondo; contada en tercera persona, la protagonista relata episodios
de su vida entre el pasado y el presente, enlazando recuerdos que han
marcado toda su existencia. Podríamos decir que es una obra para
mujeres, pero en total son seis los personajes y el reparto es
equilibrado, tres hombres y tres mujeres consiguen dar sentido a toda
la narración.
En
muchas ocasiones los reencuentros se convierten en oportunidades para
destapar verdades encerradas, ocasiones para curar heridas que no han
cicatrizado, momentos para detener escapadas eternas, intentos para
limpiar el alma y asumir errores no reconocidos; todo ello refleja el
peso de los recuerdos y la marca de lo que un día fue traumático y
los recursos para superarlo tras años de silencio impuesto en el
sentido más literal de la palabra. Historia de sentimientos donde
afloran valores humanos negativos y positivos; la amistad,el amor, el
rechazo, la incomprensión, lazos de afectos, historias pendientes,
el conflicto de la existencia, la culpabilidad, los intentos por
reparar daños no buscados. La autora recurre a personajes que
encarnan dichos valores con tal calidad que acaban siendo
inolvidables, siempre bien delimitados por sus acciones y con un
carácter que les ayuda a dar cuerpo a la narración.
El
resultado es una historia creíble; para algunos lectores es posible
que les parezca algo empalagosa, poco profunda, pero las pretensiones
ante ella debe aparcarse en el disfrute del rato literario ,
intimista y recogido en un espacio que no abarque el tamaño de un
paraguas...”que todo lo para”.
“Todo
en esta vida es temporal así que, si las cosas van bien hay que
disfrutarlas porque no durarán eternamente; y si por el contrario
van mal, no hay que preocuparse, no van a durar eternamente”.
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