Llamativa
y “fashión” portada para una novela social que tuve la oportunidad
de leer hace unos meses sin más pretensiones que pasar unos días
entretenida frente a un libro que no excediera en número de páginas
y que a la vez no me decepcionara.
Temática
que gira alrededor del complicado mundo de las relaciones humanas y
por si esto no fuera suficiente todo se acrecienta si lo trasladamos
al marco familiar. Tres personajes absorben el protagonismo de la
historia, pero realmente quien asume el papel principal de la trama
es Viola, una mujer que desde el principio no goza con las simpatías
del lector pero que la escritora le hace evolucionar en función de
los acontecimientos que dan vida a las escasas doscientas
veinticuatro páginas del relato.
Una
personalidad no tan descabellada en la sociedad actual es la que
identificamos en Viola, madre y esposa, se nos presenta como algo
díscola e inmadura: Es portadora de un pasado cargado de verdades no
contadas y felicidad aparente que conviven pacíficamente con su
espíritu y su día a día, todo ello hasta que el cruel destino le
enfrenta a una situación límite y se desencadena la necesidad de
enfrentarse a sus propios fantasmas para modificar el curso del
futuro.
Es
casi de manual aceptar que la verdad tarde más o se haga esperar,
siempre acaba haciendo acto de presencia. Los dos personajes que
completan el trío familiar obligan indirecta pero irremediablemente
a la madre, esposa y mujer a desvelar lo que su corazón ha atesorado
durante años.
Escribí
en mis reseñas cuando la terminé que ese corazón y el de la mayor
parte de los mortales, no tiene fronteras y sus actos, los que se
hacen desde su epicentro, esos, son imprevisible. Nuestra vida cobra
sentido cuando el despreocupado corazón se desboca sin control y
responde a la llamada exigente de quienes le necesitan. La protagonista no es una mujer sin corazón y ante el reclamo que mueve
la trama, responde y no duda en luchar por lo que tanto se ama en la
vida.
Escrita
con cambios de ritmos, al principio es algo lenta y a medida que el
argumento se endurece parece que a la autora le hubieran entrado
prisas por contarlo todo seguido y acelerar así el final. Historia
cargada de emociones y sentimientos, alusiones a los valores sociales
de la relación de parejas, a la búsqueda de segundas oportunidades,
al derecho a ser perdonada por errores que cualquiera podemos
cometer... lección para que no seamos excesivamente duros e
implacables a la hora de juzgar a los que nos rodean y mucho menos
“si son de la familia”. Recomendada para evadirse y entretenerse
un par de tardes.
“La
mayor rémora de la vida es la espera del mañana y la pérdida del
día de hoy”.