En
ocasiones la lectura se selecciona de antemano buscando satisfacer
curiosidades acerca de culturas y costumbres de países que darías
la vida por conocer pero que te conformas con todo lo que te pueda
llegar de ellos, para tapar ese hueco de curiosidad a sabiendas de lo
imposible de vivir la experiencia de visitarlos... aunque nunca se
sabe.
China
es uno de esos paraísos milenarios que están en mi lista de
preferencias viajeras pero también en la de realidades difíciles de
lograr; a cambio lo sustituyo por bucear en obras tan impresionantes
como “El abanico de seda” o “La
nieta del señor Linh”, ambos me deleitaron el mismo verano y me
proporcionaron muchos conocimientos de las tradiciones ancestrales de
una de las culturas más sabias y antiguas del mundo.
Novela
conmovedora que tiene por protagonistas a dos niñas que en su
tránsito a la adolescencia viven lo que allí se conoce como una
unión vitalicia entre almas gemelas, ceremonia antigua trasmitida de
generación en generación. Aunque es un relato ficticio se ajusta a
la más cruda realidad, el papel secundario de la mujer y sus
obligaciones impuestas por las madres y abuelas a la hora de velar
por un futuro, rodean el clima de una trama que gira entorno a la
comunicación que ambas niñas establecen con sus abanicos. Lenguaje
secreto que se convierte en el hilo conductor de la obra y que no
está exento de errores y malos entendidos que alterarán el curso de
la relación fraternal entre “Lirio Blanco” y “Flor de Nieve”.
La
pobreza, la miseria, la desigualdad, la supervivencia, los
compromisos sociales rodean toda la narración contada en primera
persona por una de las niñas, acompañada por un repertorio de
sentimientos de amistad, ternura, complicidad, tristeza y resignación
algo más que admirables. Lo más llamativo es sin duda la
descripción pormenorizada y cruel que se hace del proceso de vendaje
de los pies y como es escalofriantemente asumido por esta cultura,
encontrando la nota discordante de rebeldía por parte de las niñas
sin encontrar ni apoyo ni consuelo ante tan despiadada tradición. El
sufrimiento se interioriza y acaba impactando al lector.
Emotiva,
aleccionadora, interesante e ilustrativa... no deja indiferente a nadie
y provoca un desgarrador sentimiento de rechazo y a la vez de
aceptación.
Reflejo
de un mundo y una época muy distante al tacto de la “seda”.
“En
el fondo, mi vida es la historia de los intentos que he hecho por
tener los pies sobre el suelo sin dejar de alzar los ojos al cielo”.